Estallido de sangre fatal, el otro lado de la hoja.

Mares ígneos aciertan con frialdad
tránsitos muertos en las abigarradas mejillas de invierno
atraviesa mi copa una mirada umbría
luego surten efectos los maravillosos conjuros
esos sempiternos dictados del placer;

al otro lado
marchan en tropel
los ángeles de mi angustia;

miento al decir:

Soy el mago ineficaz de los periplos de Dios.

Ardor de espanto y pasión en la garganta
es la vegetación de exuberante humildad trepando sus caderas
el árido rezumar en las penumbras de la luna.

¿Por que el intenso gemir de nuestros fantasmas?

se debe a los tambores ancestrales, y al tañido certero.

Las culpas del amor
era esa arena infinita que contenía todos nuestros universos.