Están aquí,
al alcance de mis sueños
a un susurro de distancia,
a un te quiero de largo,
a un beso escapado del cielo.
Ahí, ahí,
donde se olvidan los recuerdos,
en el centro mismo del alma,
desde donde las extrañé
hasta sentir
que la muerte me llorisqueaba.
Están aquí,
arriando pelícanos,
gaviotas, relámpagos
y peñascos encantados,
meciendo en sus caderas
el, aún, fresco balanceo
de los pájaros blancos,
arrastrando en sus miradas
la roca perforada,
la del misterio, la mimada,
la amante silenciosa
de la inquietud del mar.
Están aquí,
otra vez,
amandeando flores,
petreando mariposas dislocadamente,
como fluidas mojarritas
río arriba
en la aguas frescas,
para reinventarme la vida,
para darme pretexto
y poder sacudir
de mi alma estas locas letras
que tanto la aprietan.
¡Me hacían falta,
me hacían falta
y ya están aquí!
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