Nunca antes me había dado cuenta de cuanta pena me da oír a Serrat ahora que no estas conmigo. Oír por ejemplo “mi dulce poema de amor”, recordar esas noches de borracheras a punto de copas pegoteadas de vino tinto; darme cuanta de que esa era una instancia que amé demasiado, tanto que no puedo dejar de llorar mientras recuerdo: Tú sentado sobre la alfombra con la copa en la mano y tu espalda apoyada en mis piernas, cantando tan lindo como lo solías hacer, yo mirando ebria tu boca teñida de negro (por el vino), amando tus labios que siempre amaré. Lo dos ebrios cantando fuerte a las cuatro de la mañana, dejando escapar nuestra pasión por la música mientras entonábamos “balada de otoño”. ¿Te acuerdas que lloraba instantáneamente cada vez que ponías esa canción?, es que me acuerdo de lo triste que fue el día de lluvia en que se fue mi padre.
Nunca antes me había dado cuenta de que me cuesta acostumbrarme a la idea de que si te digo “mi amor”, los dos nos pondremos nerviosos porque ya no somos nada mas que amigos. Por que no quieres tener compromisos conmigo, pero tampoco quieres dejar de verme, así que: “seamos amigos”.
Nunca antes me había dado cuenta de que me va a costar mucho dejar de relacionarte con cada canción que oiga, con cada lugar y cada olor, porque aun no me he dado cuenta de que tengo que dejarte ir, que ya no eres mío, de que nunca lo fuiste realmente, solo fuimos buenos amantes: lo pasamos bien, nos reímos, tuvimos orgasmos múltiples día a día, nos conocimos y nos quisimos; Pero no fue suficiente, porque aquí la que se queda con todo el amor que hubo soy yo, y todavía no sé lo que voy a hacer con el.
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