A veces las piernas se cansan antes de llegar al paraíso.
Es cuando nos da ganas de tomar chicha:
Somos herederos de una sed incuestionable y
extrañamos el pezón moreno de la madre tierra.

Recorremos las tripas de este puma chusco
escapando de las pulgas
y sus eructos de ce-o-dos.
Hasta llegar al callejón más sucio,
al antro antropológico llagado.
Este dolor se fermenta
pero se bebe el sufrimiento.
Ahora entiendo porqué se escribió
“Una temporada en le infierno”
Y que el infierno sólo tortura a sus creyentes.
No creo en él.
Lo recorro.
Disfruto del fermento
y del fuego bípedo totalmente ebrio
que te llama sobrino, salud.
Salud, tío.
Que te pise el simbolismo.
Que tu corazón despida alcohol humano.
Nunca llegaremos al paraíso,
no tenemos pies.
Y el cansancio es de plantas.
El sufrimiento patea la garganta.
La muerte da saltos en el suelo.
Rimbaud está en la olla.
Vallejo, el último pucho del invierno.
Sutilmente, como el humo, alguien se desploma
y vomita en su espíritu.