Las aves van a migrar
en qué corazón y de que flores libarán las aves
que ahora me abandonan en el desierto
de los años
muerto de sed, y de visiones
o espejismos acerca de aquello que se fue
y de lo que no vendrá,
ahora que desando el camino
de los muertos
que hicieron de mi alma
un nido, y sus plumajes se muestran
mientras los años pasan
y nada adviene, como no ser
la barca de caronte, arrastrándome
hacia el mito del ave
que yo temo en mis sueños,
y que golpea a mi puerta
por qué señor? cuando congelado está
todo, cuando el cierzo
va a caer sobre mi, y las llamas
van a consumir mi cuerpo,
solitario,
por qué señor; negras las alas
y el blanco plulmaje que cubre
su graciosa silueta
de garza
que espera el alba de los cielos,
los huracanes y las lluvias,
los colores que no diría nadie,
todo-todo,
letal como el volcán que en
mis sueños me insta a jamás despertar.
Quedate entre los muertos alma,
que muerta estás,
muertas las alas que levantó
el deseo y entregó por instantes
al veneno de Apolo-,
quedate entre los muertos,
me dices, y en la ventana, negra-blanca,
como otro vampiro,
el ave fabulosa
que ha resistido los tiempos,
ella, esperando lo que quizá jamás
sea sino el teatro de sombras
del cual estamos hechos,
nosotros,
marionetas, que con la pasión
del absoluto jugamos
a desecar el mar,
cuándo prevalecerán las aguas |