En estos días ignominiosos y duraderos que se me van volando,
me he propuesto crear un nuevo platillo, que contenga
sobre todo y sin que predomine gusto ninguno,
cada uno de tus aromas, texturas y sabores.
Tiene una consistencia firme como la de tu piel,
un gusto a carne como el de tu cuerpo delicioso,
pero lo que más sobresale es el dejo ácido de tus
dulcísimas piernas, de la culminación de tus muslos,
que adornados de puntas alargadas, permiten un beso.
Esto nunca antes tan mal llamado una poesía,
en estos nunca tan mal llamados días de ocio,
se parece a un colage de imágenes y sabores,
una mixtura de olores y fragancias aromáticas hormonales,
texturas crocantes como tus tibios labios, y emanaciones
jugosas como tu saliva, que me invaden el cuerpo y las mejillas.
A éste nuevo platillo le pondré tu nombre, que fusiona,
mezcla y recompone los elementos de varias de mis cocinas favoritas,
como tú, que me deleitas cada tras tarde con el soplo delicioso
de tu aliento en mis oídos, tus besos en mis manos,
tu cuerpo sobre mis piernas, que no se cansan de cargarte.
Frutos erógenos que se elevan presurosos, emocionados y palpitantes,
llenos de los jugos hormonales prestos a escapar con un suspiro,
que los lleve hasta mi boca con la ayuda de tus manos guías,
en la búsqueda ciega que me lleve a encontrarte encantada, plácida,
después de mi delicado contacto que te paladea toda.
Las decoraciones que lo hacen ya visualmente apetitoso,
vienen a coronar tu belleza natural, sin disfraces estorbosos
ni salsas de terciopelo que las oculten juguetonas, para mí,
blanco espejo satinado que resalta la miel que hay en tus ojos.
Platillo delicioso que acompaño con un sorbete de besos,
cautivos, mordaces, emotivos, fugaces, todos para tu comparsa
sinfonía de sabores corporales que puedo marinar con un trago
de sueños espumosos, burbujeantes y que tomados fríos
me remontan a las fiestas bacanales, siempre acompañado
de tu aroma a flor de piel, jugosa apetecible manzana de mi discordia.
|