YOLANDA ESTÁ LOCA



Ya estoy cansado y me quiero ir.
Llevo varias noches en este tren sin frenos, ni límites. Toda esta semana ha sido una sóla noche.
Todos los que me acompañan, ella también, se han quedado dormidos, como piezas de dominó, uno tras otro han ido cayendo. Este ritmo, no hay cuerpo que lo resista.
Yo aún sobrevivo, los observo mientras duermen, en ese estado, parecen todos buenos muchachos. Ella una santa.
Un cuerpo se despegó del piso y busca algo para beber o para fumar.
Armo un porro y le alcanzo la botella de aguardiente, otros cuerpos más se despiertan con el olor, casi por instinto. Yolanda también.
Yo me voy, ya me cansé, fumaré el último y me iré, mientras ella, ya despierta, trata de ser cariñosa.
No quiere que me vaya, que lo hagamos una vez más.
Camino hasta la esquina, he abandonado a las sombras recién despertadas, que ni se emocionan, ni se alteran con mi retirada.
A nadie le importa nada, a nadie de los que están ahí, les importa nada, ni nadie..
Yolanda me sigue, viene detrás mio , descalza y con el pelo revuelto.
Yo estoy esperando el bus, ella se acerca y mirándome a los ojos me dice:
“Déjame chuparte la verga.”
Son las seis de la tarde, el tráfico corre por la calle en hora pico.
«  ¿Cómo ? »
«  Déjame chuparte la verga » dice ella y lleva su mano al cierre de mi pantalón.
Lo abre y saca mi verga.
No importan los autos que pasan, ni los buses, ni los camiones. Transeúntes hay pocos por esa zona.
Yolanda ya tiene mi verga tieza en su boca y la lame, la chupa.
Veo a varios personaje en los autos o en los buses girar el rostro ante ese cuadro que les llega de sorpresa, no pueden frenar y siguen hacía sus destinos con el cuello retorcido, sin creer lo que están viendo.
Un transeúnte se acerca. A Yolanda no le importa, a mi menos aún.
El tipo se va acercando, aquello no se ve todos los días, no se atreve a molestarnos, pero observa disimulado y sigue su camino con algo qué contar.
Mi verga explota finalmente en la garganta de Yolanda, ella succiona, saca hasta la última gotica y se bebe mi semén con una sonrisa complaciente.
“Yolanda, tu estás reloca de la cabeza.”
« Me encanta tu verga » me dice ella y volvemos juntos de nuevo a la casa de la que yo ya me iba.