(De dicado a alguien a quien no sé si le soy indiferente o si algo le importo, mas la parte de mí que no es ciega, me dice que es lo primero.)



Dos fuerzas se baten dentro de mí,
la del viento helado,
que intenta esmerado
el apagar la del fuego carmesí.

Sé que no hay forma que seas para mí,
que tu paciencia he colmado
por haber presionado
muy poco, pero más de lo que debí.

Saber que me evitas, hace que duela aquí,
en mi pecho manchado
de corazón sangrado
por los caidos los pétalos de mi alhelí.

Me pregunto ¿Cuando será al fin
del pago de mi pecado?
Lasto con que ha cargado
mi pobre alma que ahora muere sin tí.

Triste estoy, o quizás sólo poco feliz
por el nuevamente derramado
vaso del tiempo apasinado
que solo en mis sueños te dí.

Sé que aun quema mi pétalo carmesí
con, más que un aire, un halo
de suspiro desilusionado
por los que sientes y lo que en tí ví.