Decidí morir para encontrarte,
decidí dejar mi pasado y todo;
decidí morir para pasar de dimensión y golpear casa por casa
las blancas morada de los Dioses,
que enceguecían mis ojos con su luz;
pregunté por tí en el eterno cielo, del cual no percibía aroma.
Llegué hasta el mayor de todos
y sólo me hizo sentar en su trono por un momento,
para buscarte con mi mirada allá abajo,
donde todo es pasajero y gobernado por relojes;
lo veía todo, menos tú;
nada me agradaba.
Pregunté a los Dioses de dónde se iluminaba el cielo,
me respondieron tibiamente que era luz eterna.
Me desesperé, no sabía donde buscarte,
perdí mi vida en esto,
mi corazón se convertía en espíritu muerto,
mi cuerpo se agotó, perdí las fuerzas
y muero nuevamente
postrado a los pies de los Dioses,
los cuales me miraban con lástima.
Pero siento aroma, la luz es más clara,
estoy en otra dimensión,
en el cielo del cielo,
donde renació mi corazón desilusionado;
donde el aroma a rosa empapa mi olfato;
donde se origina la luz eterna de los ignorantes Dioses,
que ahora los veo bajo mis pies;
donde observo tu hermosa figura angelical,
sonriendo, para alumbrar los cielos inferiores,
te observo a Ti, DIOSA, con todas tus virtudes y sin defectos,
tal como te recuerdo en este instante
en que mi mente te sueña necesariamente en otra dimensión.
Kaluzza
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