La semana empieza con un lunes diferente en La Columna. Por primera vez escribe en este espacio Valentina Carrozzi Reyes Vacarey. Invitada a escribir sobre la relación filosofía - vida, nos acerca su mirada reflexiva y su experiencia de vida.
¡Bienvenida!
Shou
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Filosofía y vida
El arte, la filosofía, la religiosidad, la ciencia, el juego... cristalizaciones de un mismo fenómeno: Nosotros, María Rosa, nosotros.
Es una tarde cadenciosa en mi barrio. Sábado de diciembre nuevo y caluroso. Allá en la plaza Yungay se escuchan los corridos entusiastas de los emigrantes peruanos que esconden su pobreza y soledad con la chicha, el baile y una fe imposible y verdadera.
He querido ir en procesión y caminar con ellos el Rosario del Alba pero hoy no pude levantarme temprano. Estos días de finalización de clases me tienen rendida. Sé que necesito salir a dar una vuelta y respirar esta brisa fresca que despeje mi atardecer de tristeza. Es que acaba de morir el padre de mi amiga Verónica que estudia en España y ella no pudo venir a su entierro. Tengo tanta pena. Vida y muerte, qué sentido tienen.
Desde que me propusiste escribir algo sobre filosofía y vida ando inquieta. Llevo tiempo enseñando filosofía a muchachos y muchachas en el colegio y la universidad. Este año he iniciado experimentalmente un taller de filosofía con niños de 9 y 10 años en el colegio donde trabajo. Les pedí hace unos días que me evaluáramos juntos lo que han aprendido este año.
-- “Que ‘elefante’ el la especie y ‘mamífero’ el género” - dijo Ignacio.
-- “¿Que las palabras son ambiguas, que no es lo mismo la ‘gata’ del auto de mi papá que la ‘gata? que maúlla y rasguña” – interrumpió a gritos Javier.
-- “Que no me gusta pensar, porque es muy difícil”. Alegó Cristián.
-- “Pero hay que pensar, porque para ser santo hay que ser filósofo”, vociferó eufórico Pablo para manifestar su absoluto desacuerdo con Cristián.
Me quedé atónita. Traté de entender la relación que Pablo establecía entre filosofía y santidad. Quise disimular mi nulidad, pero no pude encontrar la relación, así es que tuve que preguntarle porqué lo decía.
--“Miss, usted nos contó que el padre Hurtado estudió un doctorado en filosofía. Que la filosofía le ayudó a pensar qué estaba bien y qué estaba mal y cómo volver a los egoístas en generosos. Para ser santos como él tenemos que volvernos filósofos”.
Nunca esperé una respuesta como ésta. Ciertamente la filosofía nos conmueve desde el asombro, la perplejidad, la duda o la sorpresa.
Alberto Hurtado Cruchaga, s.j., María Rosa, era un sacerdote jesuita que la Iglesia Católica canonizó recién este octubre pasado. Él estudió e hizo luego clases en el colegio donde trabajo. Los niños se sienten orgullosos de ser sus compañeros de colegio, como cómplices y partícipes de su calidad humana. Hurtado dedicó su vida a remecer las conciencias dormidas e indiferentes de nuestra sociedad católica lisiada en su burguesía. Suscitó el movimiento sindical en Chile, fundó una revista de reflexión sobre la realidad y creó el “Hogar de Cristo” para dar pan, techo y salud a los más pobres de entre los pobres de nuestro pueblo. Efectivamente yo le había contado a los niños del taller que él realizó un doctorado en Filosofía de la Educación porque sabía que había que repensar los fundamentos de nuestro modo de entender la enseñanza. Si había tanto pobre en Chile y tanto creyente ignorante de la realidad social era porque la educación no estaba respondiendo al proyecto de Cristo de construir un Reino de amor y justicia en la tierra. Alberto Hurtado se pasó la vida pensando cómo transformar la vida. Se pasó la vida siendo lo que los jesuitas llaman un “contemplativo en la acción”.
En cada curso que empiezo, ya sea de Teoría del conocimiento, de Ética, de Metafísica o de Fenomenología, escribo en la pizarra con letras intencionadamente enormes:
“LA FILOSOFÍA ES LA PREGUNTA PORFIADA POR EL FUNDAMENTO”
Parafraseando la definición que Martín Heidegger, un filósofo alemán muerto en 1976, hiciera. Creo que en estas dos actitudes – porfía por el fundamento y pensar al servicio de la humanización - se sintetiza mi única convicción respecto de la filosofía. Pensar el fundamento del ser, de la existencia, de la verdad, del deber moral, del conocimiento, del arte, etcétera, sólo tiene sentido si ese pensar ilumina el sentido de nuestro vivir cotidiano, si nos conecta con lo que nos hace ser, si nos despabila y permite demoler esos supuestos ideológicos, teológicos o culturales que nos roban vida y nos restan relación con los demás y con nosotros mismos.
Heráclito, Aristóteles, Eckehart, Descartes, Kant, Kierkegaard, Nietzsche, Wittgenstein, Sartre, De Unamuno o Arendt son sólo una excusa. Enseño historia de la filosofía para que los muchachos descubran que desde hace más de veinticinco siglos hemos creado en occidente un modo peculiar de pensar “lo importante”. Enseñar lo que estos pensadores dijeron sólo tiene valor si nos da herramientas para ir descubriendo poco a poco que nos urge buscar respuesta a nuestras preguntas más radicales. Qué somos, qué será de nosotros, ¿tiene sentido la vida?, cómo conciliar la libertad con la convivencia, qué sentido tiene lo técnico, ¿existe Dios?, ¿hay verdad?, qué es conocer, qué hace del arte lo que es, y tantas otras preguntas como éstas nos remueven cuando descubrimos que responderlas desde nosotros mismos es, ser por primera vez, libres. Sí. Entiendo la filosofía como liberación. Lo que permanece impensado nos traba, nos impide ser genuinamente lo que podemos ser, en tanto nos domina sin que nos demos cuenta.
¿Es verdaderamente universal la validez de los Derechos Humanos? ¿Es la democracia el mejor de los gobiernos posibles? ¿Porqué si hay un Dios amoroso no se manifiesta en todos los hombres del mismo modo? ¿Porqué si el hombre es racional comete tanta insensatez? ¿Cómo ha afectado la internet nuestro modo de entender la cultura? ¿Qué significa “educar”?
Tengo perfecta conciencia de que podemos pasarnos la vida haciendo como que pensamos reproduciendo meramente el razonamiento de otros. Tal como podemos fingir que amamos podemos fingir que pensamos. Pero si por un momento lo logramos, si por un momento le perdemos el miedo a caminar sin las muletas del discurso público – ése que todos "conocen" y nadie ha pensado -, si nos animamos a pensar sin arraigo en otra cosa que en la confianza en nuestra propia y excepcional habilidad para habérnosla cara a cara con el ser, nos volveremos por primera vez críticos, comprometidos desde las vísceras con la pregunta que nos urge. Y no nos quedará otro camino que ponernos en movimiento hacia la libertad de ser lo que somos.
Déjame volver a parafrasear a Heidegger: Somos los que siendo podemos hacer cuestión de nuestro ser. Es el privilegio de lo humano.
Eso María Rosa. Esto es lo que puedo responder hoy. La filosofía no es solamente una disciplina racional.
La filosofía es vida corriendo tras el sentido de la vida
Valentina Carrozzi Reyes : Vacarey
Diciembre 2005
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