Desiertos, llenos de caras y pares de ojos que sin saber que te miran creen que te ven, esos destierros de miedo, inundados de voces opacas que preguntan y siguen queriendo creer que pueden entender.
Y tu, con tu fútil sacrificio, creyendo que diste la vida por alguien, con tus llantos de sangre como santos de palo, ayunando sonrisas y desparramando tu olor a pasado, mezclado con la herrumbre de tus alitas de lata.
Te miro desde aquí, con la sonrisa de siempre, con las manos abiertas, pero la mirada hacia atrás, con un abrazo que no entiendes, y las oraciones que quieres ecuchar. Ya no te espero, por que sé que ya llegaste, pero prefiero creer que sigues en camino para tenerte como te imagino