LA PUERTA III
-¿Usted quiere saber si yo sabia de los trabajos de mi marido?
-ni mas ni menos señora
La mujer pensó unos instantes.
Sus bellos ojos marrones se posaron en su pequeño hijo, que jugaba en el patio del amplio caserón.
-tenia cierta idea…-me respondió- cuando éramos novios el me contaba que era lo que estaba investigando, pero con el tiempo fue dejando de contarme…el decía que era preferible que yo no sepa mucho, ya que a veces no entendería de que trataba, y otras…mejor era no saber-
-siempre tuvo miedo que alguna de sus investigaciones le acarreen problemas a mi y a su hijo…era un buen padre, aunque a veces pasaba todo el día obsesionado con su trabajo.
La mujer no podía ocultar su tristeza ante la perdida.
Había llevado toda una vida junto a un marido dedicado al trabajo, y se había adaptado a sus faltas y obsesiones.
Ya habían pasado tres años desde su muerte y trate de indagar en su vida actual, en como había rehecho su vida.
-Raúl se encargo de que económicamente no pasemos ningún sobresalto…mantengo contacto con algunos de sus colegas que cada tanto me llaman para ver si necesito algo…la esposa de Sebastián fue muy amable conmigo y me ofreció un trabajo en su oficina. Allí trabajo mientras mi hijo estudia, aunque trabajar no me hace falta…lo hago solo por que me gusta.
-¿sabia usted del ultimo trabajo de Raúl?
La mujer midió las palabras luego de un silencio prolongado.
-usted se refiere a lo de la muerte, ¿no es cierto?
Asentí aunque imagine la respuesta; tenia claro que no era el primero que se entrevistaba con ella sobre el asunto.
-Raúl no jugaba, si el dijo que logro algo, seguramente así fue.
Yo no puedo probar nada. Otras personas hablaron conmigo después de que el murió y me dijeron de su trabajo. Revisaron todo su laboratorio y vieron que allí no había nada. Raúl quemo todas sus anotaciones unos meses antes de morir y sus artefactos de trabajo los dono a instituciones que podrían necesitarlas. Lo único que puedo decirle que podría importarle es que Raúl, en los últimos años se había tornado más misterioso en lo que respecta a su fe.
Nunca le dio importancia a la religión.
El era una persona que no practicaba ninguna fe o dogma. Prefería mantenerse al margen de todo eso, pero últimamente revisaba unos libros que yo no le había visto antes, y cuando un día pregunte de que se trataban me respondió que estaba buscando si alguien tenia las mismas pruebas que el había descubierto con sus trabajos.
-¿no recuerda quienes habían escrito o de que trataban esos libros?
-se que eran libros de religiones orientales…tenia varios libros que el llamaba revelados, algunos de espiritismo, de magia y tenia una Biblia también
Lo que la mujer me decía no tenia nada de espectacular.
Los científicos, en muchos casos, profesan solo la fe en la ciencia, y el hecho de que en las ultimas épocas Gravenose se haya volcado a asuntos místicos o religiosos era posible, cualquier persona podía dar este vuelco.
¿Cómo encajaba esto en su último trabajo?
Mi conclusión era que, si realmente gravenose había “abierto” una puerta al mas allá, buscaría en las religiones una fuente que se asemejara a los descubrimientos que el había echo por medios científicos.
Tan solo con motivo de sentirse acompañado en el descubrimiento, buscaría el dogma que más se asemejara a esa realidad que el había logrado palpar, y aparentemente documentar.
Por esa razón, debía basar mi trabajo en todos supuestos, lo que no me alegraba para nada.
Tenia a un científico que decía haber viajado “hacia la muerte” y vuelto indemne.
Su mujer poco y nada sabía.
Solo aporto un vuelco místico de su fallecido marido, como única rareza en sus póstumos días.
Su mejor amigo, depositario de su secreto, confirmaba este solo por una cuestión de fidelidad fraternal.
Cumplía la ultima voluntad del finado amigo a rajatabla, sabiendo que iba a ser indagado respondía abiertamente y confirmaba algo que ya imaginaba, o mejor dicho caía de maduro: Gravenose quería compartir su descubrimiento, pero había que seguir el juego que el proponía.
No tenia mas remedio que aceptarlo si quería saber cuanto había de cierto.
Mis próximos pasos estaban cantados: debía buscar la lapida, en el cementerio de la chacarita y ver con que me encontraba.
Camine por los fríos senderos del cementerio durante un largo rato.
No tenia información de la ubicación exacta de la tumba de Gravenose, solo sabía lo que su mujer me había dicho:
”Camine por el pasillo por adonde esta la tumba de Gardel, y siga hasta el final, hasta adonde se corta. Allí, doble hacia la derecha, busque un árbol que tiene un gran hueco en el medio y cuente tres hileras de cruces, allí, cerca del níspero, Ahí esta.”
Cuando la encontré, un escalofrió me estremeció.
Un árbol de mármol, apenas provisto de hojas en sus detalladas y contorneadas ramas, coronaba una sencilla tumba.
“RAUL GRAVENOSE
1935/ 5-8-2002
EL DIA DE MI FIN
ES EL DIA DEL PRINCIPIO”
Se leía en una placa de bronce, mínima ante la hermosura de la escultura creada por su fiel amigo Soria.
Observe con detenimiento el árbol de mármol y comencé a tomar medidas y anotaciones, sumadas a las fotografías de rigor que siempre acompañan mis informes.
La bella pieza media desde el pie del árbol a la punta de la rama más alta 62 cm.
Una particularidad de la pieza es que no era tridimensional; vista desde los lados de la tumba, semejaba una cama con un alto cabezal, pero este a los pies del cuerpo.
Es decir: si uno se situaba frente a la tumba, (o sea a los pies del cuerpo) podía ver el árbol con sus ramas desplegadas cubriendo la totalidad de esta, pero vista desde los lados, uno solo observaba el lugar de descanso de los restos del muerto, un gran rectángulo de mármol blanco.
A parte del bello árbol de mármol y la placa de bronce esperaba encontrar algo más, y para mi extrañeza, esto se encontraba a la vista de todos.
Sobre el rectángulo de mármol, cubierto por la sombra del árbol, aparecían grabados letras, números y símbolos.
Los observe un largo rato, buscando una concordancia o correspondencia, y luego intentando leer alguna frase concreta. Me fue imposible.
En total, contabilice filas de 147 por 389, formando una gran sopa de letras, números y símbolos
Tome todas las medidas que me parecieron significativas y fotografié las letras y números grabados en el mármol:
-largo total de la tumba.
-ancho total de la tumba
-alto de la lapida
-fotografía general
Salí del cementerio, no sin antes rendir un pequeño homenaje a la memoria de gravenose:
Coloque una hoja de palma, símbolo de resurrección, sobre su tumba.
Partí hacia mi oficina, tratando de confiar en mi buena estrella.
Trataría de resolver el enigma.
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