ayer

me vi dubujada entre palabras rotas que dejabas escapar de tu boca, no las atrapabas, como hacías a veces; antes, cuando te interesaba.

un monstruo horrible, no hay espejo en que mirar, mil caras y ni una sola; no, no estoy...

vi una mujer alegre y complaciente que remataba sonrisas al peor postor y casi siempre las regalaba a impostores de medio pelo

una niña negando a la mujer de vestido negro labios color rojo, de piernas largas y corazón fuerte que le ofrece dejarla ir cuando desista de tenerte

savia en mis venas que pelea con la sangre gris cíclica siempre tras la débil sístole del músculo cansado de irrigar

verdes miembros autómatas reproduciendo seguridad

neuronas secas; un desierto eléctrico que niega la introversión y plagia realidades

voces que sisean me aturden y entretejen mil vidas y ninguna lo suficientemente tengible como para constituirse en síntoma, sentimiento que calme la sed

(pero hay sed)

hoy prometo

Dejar la jaula, desoír las palabras que atan el lenguaje y dejarlo hacer

Olvidarme y andar a pesar de mí, de los fantasmas;

el bien y el mal, piso y techo del encierro; los límites de la inmensidad.

Hoy me niego a creer que exista la vida consecuencia del cuerpo

desafío al la materia y la enfrento a la irracionalidad
me rebelo, no lo soporto más

desmiento que conozca algún día de qué se trata, pero juego a creer que a partir de ahora me comprometo a vivir.