Condón: preservativo. Funda fina y elástica para cubrir el pene durante el coito, a fin de evitar la fecundación o el posible contagio de enfermedades.
SEXO, IGLESIA Y CONCIENCIA
El hecho de que la Iglesia, ciega y necia, siga prohibiendo el uso del condón me resulta de una necedad -¿estolidez?- tan grande como la de aquéllos que se entregan a los seductores placeres de la carne sin tener una pizca de respeto por su cuerpo... y mucho menos por el de su(s) pareja(s) de turno.
Cada vez que el Vaticano se niega a dar el visto bueno para que su -cada vez más delgada- hilera de seguidores utilice el preservativo me imagino a Jesucristo, tan sorprendido como desfalleciente, reeditando aquel ancestral ruego: “Padre, ¡perdónalos porque no saben lo que hacen!”; y cada vez que una pareja –sea ésta hetero u homosexual– decide conjuntar sus cuerpos sin ningún tipo de protección (ni conciencia de lo que van a llevar a cabo), también me imagino al diablo (“el maldito cachudo”, como diría el Padre García de La Casa Verde) refocilante de alegría.
Se trata de SEXO. Se trata de CONCIENCIA. De tener un conocimiento claro de lo que es bueno y de lo que es malo cuando algo tan importante como el sexo está involucrado. Pero, para adquirir ese conocimiento reflexivo de las cosas que envuelven el mundo de lo sexual, la INFORMACIÓN es lo primordial. Pues no se trata de informar sino de INFORMAR BIEN. La calidad de la información es sumamente vital (recuerdo ahora, para dar más señas, que en no sé qué rincón del planeta algún malnacido o alguna secta había difundido el descabellado mito de que todo aquel macho que lograra desflorar a una mujer resultaba vacunado contra el temido virus del SIDA... Se dice -¿hasta dónde llega la ficción y hasta dónde la realidad? ¿en qué momento se entrecruzan y confunden?- que la información corrió como reguero de pólvora y las violaciones se incrementaron geométricamente... y toda aquella adolescente virgen corría muchos peligros... ¿Madres necesitadas que ofrecían el himen de sus hijas al mejor postor? Seguramente...).
Resulta increíble –aún para un tercermundista– que gente pueda creer en ese tipo de disparates. Porque ya no se trata de incautos que son desinformados por sujetos abyectos, sino que se trata de congéneres, de masas de seres humanos, con un nulo conocimiento de cosas elementales (cosas que marcan la diferencia entre la salud y un virus que asegura el arribo de la muerte).
Es fácil notar esa brecha que separa a unos de otros. Si pensamos en el mundo, el dedo señala al continente africano (y Africa ruge cada segundo... ruge de dolor pero nuestra indiferencia es tan grande como el océano que los separa del Primer Mundo... ese océano que atenúa los rugidos y los hace imperceptibles). Y si pensamos en el Perú los ojos se ponen en Ande peruano y en nuestra selva amazónica.
DERECHO A ELEGIR
En el mundo hay mucha gente que no tiene otra salida: no saben qué es un blog, ignoran qué es internet, no tienen ni la más remota idea de lo que es el SIDA. Ellos no pueden escoger, ellos son los escogidos. Los escogidos de la pobreza, el atraso y el olvido. No son libres, su derecho para elegir está sepultado debajo de esos cerros de cadáveres que deja esta pandemia mortal que crece afiebradamente.
Hay otros que sí pueden elegir: saben qué es el SIDA, tienen pleno conocimiento de su origen, de sus modos de transmisión, de sus mortales consecuencias... pero prefieren burlarse de él, prefieren jugar a la ruleta rusa en la cama. Ésos sí son unos pobres diablos.
EL CONDÓN
El condón o preservativo es una funda fina y elástica que sirve para cubrirnos de muchas cosas: un hijo no esperado, una enfermedad de transmisión sexual o un virus –al menos hasta ahora- invencible como lo es el SIDA. El condón es una funda que nos separa de aquello que no deseamos, es una funda que está al servicio del hombre. Todos los que tenemos la suerte de saber qué es un condón y para qué sirve, somos privilegiados... Ojalá algún día éste (como tantos otros) deje de ser un privilegio de sólo un sector de seres humanos. Y para lograr eso no tenemos que luchar contra el sida, debemos, primero, antes erradicar la desinformación y, después, crear CONCIENCIA (conciencia sexual, si se quiere)... No se trata de paraísos, tampoco de utopías... es algo posible: un mundo donde la SALUD sea patrimonio de todos.
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