Aquí estoy, sola, escuchando el silencio. Miro las estrellas, que iluminan débilmente las costas de este extraño mar. En esta noche fría observo ese tenue resplandor que me da una vaga idea de donde estoy.
Por haberte seguido me he perdido, pero tu recuerdo sigue flotando en el aire. No estás, pero entre tantas vueltas me he mareado, y ahora te encuentro en cada porción del universo; te siento, te veo, te escucho... e intentando olvidar, te recuerdo.
Te veo... te veo en las estrellas, con su débil luz, tan parecida al brillo de tus ojos cuando ríes.
Te escucho... te escucho en el silencio de la noche, cuando en mi recuerdo resuenan los últimos ecos de tu voz, de tus ya lejanas y difuntas palabras.
Te siento... te siento en el vacío de la noche, que me recuerda aquella en la que la luna no había salido, y el mar era iluminado tan sólo or las infinitas constelaciones del firmamento.
Te recuerdo, y por más que intente olvidar, el solo hecho de dejarme llevar por la noche me incita a evocarte y a dibujar tu rostro, reflejado en este maravilloso mar de ensueño.
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