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Niñas de poca niñez

Olguita sale da la casa, saltando, con las monedas que le ha dado su madre en la manito derecha. Va repitiendo: “Una libra de café, una libra de azúcar - una libra de café, una libra de azúcar – una libra de café…”

La tienda está al final de la cuadra. Se detiene a mirar a unos niños agachados en el piso, jugando canicas. En esas está, cuando le viene a la memoria las últimas palabras de su mamá: ¡No te demores, oye bien, no te demores! Mira que tienes que venir a ayudarme con la ropa. ¡Como te demores! Ya sabes… Ella conocía de sobra ese tono amenazante y la fidelidad de la mujer para cumplir su amenaza; así que prefirió correr hacia la tienda para recuperar el tiempo “perdido”.

La tienda estaba llena. Se situó a un ladito del mostrador y se empinó para que su cabeza sobresaliera por encima de los frascos de dulces: -una libra de café y una de azúcar.

La tendera estaba bastante entretenida atendiendo a los adultos, ella era la única niña en el reducido espacio. -Aquí tiene su bolsa de leche, doña Amelia.
-Una cerveza, doña Josefina, que esté bien fría.
-Tome don Gabriel, su cervecita.
-Una libra de café y una de azúcar…
-¿Quiere pan blando o tostado, doña Amelia?
-Blando, blando y me da también media docena de huevos.
- Una libra de café y una de…
-¡Ya oí niña, ya oí, que sólo tengo dos manos!

Y llega doña Estela, solicitando verduras y plátanos, y llega un hombre mal vestido con ojos de poseído y se acerca a la niña hasta casi asfixiarla, le coloca su sucia boca cerca de su oído y le habla cosas más horrendas, y le cuenta las vejaciones que hará con ella esa noche. Olguita se estremece de horror y suelta las monedas con las que ha estado jugando durante su paciente espera. Corre con todas las fuerzas que su delgado cuerpecito le permite. Llega hasta su casa, agitada, sudorosa, sin las monedas, ni el mandado, temblando de miedo. La madre la recibe con una lluvia de insultos: -¡Inútil, además de demorarte una eternidad, te tragaste la plata, quién sabe en qué! Te voy a demostrar quien manda aquí…
Y se lo demostró.

Este es el triste paisaje de muchas niñas pobres de mi país.

Texto agregado el 02-12-2005, y leído por 227 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
03-12-2005 pero no comparto el dolor de las madres, que compren ellas o que los adultos hagan algo de una puta vez por cambiar las cosas Soy_Naixem
03-12-2005 mmm...no se que decir...si digo loque pienso igual te ofendo, como mi tono de vox y mi forma de pensar ofendian en chile, cuando, en realidad, ellos me ofendian a mi, que quieres que te diga, si yo supiera que las tiendas tratan asi a los niños no mandaria a mis hijos a comprar....en fin, me encantó como lo relataste, asi que te doy mis estrellas. Soy_Naixem
03-12-2005 Triste realidad. Alguna vez estuve esperando como ella, que me preguntaran que quería, mientras adultos entraban y salían con sus compras. Me doy cuenta que tuve suerte de no encontrar a un viejo como ese, ¡uuuuffff! loretopaz
03-12-2005 Que fuerte! Un abrazo!! Thais
03-12-2005 Palabras que hieren, imaginando el momento. Aunque sea una realidad tangible en muchas partes, cuesta darle pies, y lo has hecho. Me agradó bastante tu escrito. Un gusto. el_rey
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