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Con las manos sobre el regazo, Elisa había visto ya tres veces la hora en el reloj de pared. En la sala de espera había varios muebles de cuero negro, plantas artificiales y en el piso vinílico desgastado varias cerámicas de Chulucanas.

Elisa, de apenas 16 años, miraba de cuando en cuando a las demás mujeres que conversaban amenamente en la pequeña sala. Algunas en avanzado estado de gravidez, otras con vientres apenas perceptibles.

La recepcionista, una mujer ya no tan joven, de uniforme blanco, no dejaba el teléfono ni para hacer pasar a la próxima paciente.

- “Srta. Elisa Montoya!”, se escuchó en toda la sala.

Elisa, se levantó del sillón y avanzó lentamente hacia la recepción, tras ser seguida con la mirada por las demás mujeres que restaba atender.

Al cabo de aproximadamente 15 minutos, Elisa regreso a la sala, con un aspecto pálido y desencajado.

-“Pero qué te pasó niña?”, preguntó preocupada una de las mujeres embarazadas, soltando un tejido de lana celeste cielo.
-“No, nada”, respondió Elisa, mirándose la punta de los zapatos desgastados.
-“Seguro que está embarazada”, dijo otra mujer de peinado altísimo y uñas de reciente manicure, mirando con complicidad a la recepcionista que ahora estaba entretenida en ordenar unas historias clínicas.
-“Sí, así es”, contestó Elisa, bajando los ojos.
-“Pero niña, si ésa es la noticia más linda del mundo!”, exclamó la recepcionista, esta vez anotando algo en un cuadernillo y arreglándose el blanco uniforme.
-“Seguro que ya estás con los malestares matutinos no?, añadió la primera mujer, haciendo un mohín.
-“Claro, eso es lo peor en el primer trimestre del embarazo, felizmente voy por el 6 mes, eso ya pasó ufff...”, replicó la otra, mientras cerraba una revista de ésas donde sobran los chismes de la sociedad.
-“Lo más importante ahora es que te cuides y tomes todas las vitaminas y vengas todos los meses a tus controles”, recomendó la recepcionista.
-“Sí, mira que estoy haciendo buenas amigas aquí en el consultorio, como vengo cada mes...”
-“Por supuesto, es una etapa linda en la mujer y lo único que deberás hacer es cuidarte”.

Las tres mujeres estaban tan entretenidas en su conversación acerca del embarazo, que no notaron cuando Elisa se apartó de ellas y se dirigió a la puerta de salida. Tampoco escucharon cuando entre dientes, Elisa murmuró para sí: “Y ahora qué le digo a mi mamá, que mi papá es el padre del hijo que espero?”.

Mientras el teléfono del consultorio ginecológico seguía timbrando en la salita de espera.


(Texto elaborado para un trabajo de Periodismo y Literatura-Diálogo de cuatro personajes caracterizados, narrador objetivo y en tercera persona.)

Texto agregado el 02-12-2005, y leído por 1074 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
18-04-2009 Predecible desde el segundo párrafo. Aburrido. marBin
18-07-2007 ¿No hay segunda parte verdad? Me hubiera gustado, tus 5* Froilan
04-08-2006 ta mare... que deprimente. la situacion, digo, no el cuento. reinadecapitada
24-02-2006 Me gustó: está bien ambientado y ese final llega como patada. Tamaluka
18-02-2006 Bien planteada la escena...me gustó de sobremanera. Me pareció muy inteligente que no resolvieras el caso en tu relato, si no que más bien dejáras al lector con el problema sobre sus hombros , buscándo la solución del final felíz imposible. galabriela
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