-Señor, quiero hablarte, quiero que me escuches; sabes que no te conozco, nunca te he visto, jamás te he sentido, nunca me has hablado; dicen que siempre caminas a nuestro lado, que nos tomas de las manos cuando más te necesitamos y a mí jamás me has ayudado, dime, cuándo has estado a mi lado, cuándo me has acompañado...
-Dices que nunca te he hablado, que nunca me has sentido, que nunca te he escuchado. Acaso nunca has sentido mis susurros desde que amanece hasta cuando ha caído la noche y aun en tus sueños te acompaño, y yo te abraso para que no duermas con sobresaltos, ¿no te das cuenta que temprano te acaricio con los rayos del sol que son mi energía divina para darte ánimo?, ¿que te hago escuchar las más bellas melodías con lo que yo he creado?; has oído la música que entonan las aves creando una canción para saludarte, has sentido el viento acariciándote, el rumor de las olas del mar, el sonido de los ríos que bajan raudos las montañas entonando una melodía que suena en tus oídos y que te relaja, he pintado el cielo con el arcoiris cuando hay lluvia y mis rayos de amor se reflejan.
He llenado el mundo con cosas hermosas; te has dado cuenta cuánto color he puesto en las rosas, en cada flor, en cada árbol, incluso en la maleza, las he pintado para ti, para llenarte de alegría y dices que nunca me has sentido, que nunca me has visto y que nunca te he hablado.
Acaso en tus penas no te he consolado cuando me has necesitado y a mi has clamado, el dolor se ha disipado y la alegría a ti ha regresado, te he tomado las manos para caminar a tu lado, pero tú me has soltado, y yo sigo ahí tendiéndote mi mano, amándote cada día porque hija mía eres y de mi has brotado.
Sabiendo que mis hijos son ingratos y aun así los abraso y siempre estoy a su lado, aunque no me llamen o quieran escucharme, soy tu padre y nunca dudes que siempre estaré contigo hasta en tus momentos más amargos para consolarte y darte ánimo.
-Padre mío perdona mi arrebato, hoy he comprendido cuanto me has amado y cuanto me has entregado en cada momento de mi vida, dulce o amargo.
(Trabajo presentado por mi madre, por lo tanto, de su autoría) |