Al principio la oyes nombrar y la sientes distante, como si tuvieras la convicción de que tú nunca serás uno de los elegidos. A lo mejor ya te has olvidado de ella cuando te dicen que va a recibirte, en público. Es un duro golpe, pues es la primera vez que vas a sentir como te tiembla el cuerpo en su presencia y como sus rudas e intensas caricias en tu cuello te hacen estremecer, y por si fuera poco, en público. Va contra todo lo que te han enseñado. lo consideras inmoral, pero se ve que en algunos lugares aún se acepta y se promueve este tipo de morbo.
A medida que se acerca el momento, vas preparándote física y psíquicamente. Haces ejercicio. Lees. Te confiesas por los pecados cometidos y por los que te dé tiempo a cometer, y te fumas un cigarro a la salud de la que te espera. Un buen día te despiertas y descubres que todo el tiempo que creías quedaba hasta el encuentro ha transcurrido, y ella te espera. Sin embargo sales tranquilo, casi resignado. La cita es en una plaza céntrica y ella está en lo alto de una tarima, junto a varios hombres. Te acercas con paso irregular pero decidido, subes a la tarima y dejas que ella te rodeé el cuello. Sólo entonces fijas la vista en la multitud de caras anónimas que han venido a presenciar el acontecimiento, intentando reconocer a alguien o buscando algún rostro que exprese simpatía, pero en vano.
Entonces, uno de los hombres que se encuentran en la tarima acciona una palanca y el suelo cede bajo tus pies. Ella sigue abrazada a tu cuello, sometiéndolo a tal presión que te corta la circulación, te nubla la vista, te inutiliza los sentido, y después... Después llega la calma
NoWeN 18-11-99 |