¡Estación Santa Lucía!
Fernández no descendió del Metro. Era habitual escuchar aquella alerta como afinar su nariz entre tabacos, perfumes, tinta fresca y sudores en el vagón. Le recordaba su clase de Química en el Instituto Nacional.
Nada insólito hasta esa mañana en que decidió visitar su antiguo colegio en la siguiente estación. Llegaría atrasado a su trabajo. Tembló ante una eventual cesantía, pero el rostro de alguien lo alegró. Creyó ver a un ex compañero y quiso comprobarlo:
-¿Sanhueza? ¡I-ene-se-teí! –recordándole el grito de guerra del colegio.
Su asombro fue mayor al oír a éste y a otros pasajeros preguntar: “¿Institutano, gueón?”.