Noto un dolor en el pecho, otra vez la maldita tos, otra vez me ahogo sin poder hacer nada. Cuando me entran estos ataques me doy cuenta que alguna vez será el último, en el que se me cierren los pulmones y deje de respirar.
Por suerte me recupero y levanto la vista, allí están sonriéndose entre ellas, las dos caras, los dos mundos diferentes que hoy convergen en un eclipse que nubla mi visión, su poder gravitatorio me atrae me empuja a acercarme sin resistencia. Dejo la mente en blanco y aparecen más caras, más mundos que hacen que me separe.
Siempre me sucede lo mismo, el sentimiento del viajero del espacio me aleja de nuevo de las orbitas y vuelvo a estar separado, mirando de lejos, invisible.
El dolor, tos, ahogo, siento que muero y renazco sujetándome fuerte el pecho y haciendo fuerza con todos los músculos del cuerpo.
No, no es mi hora todavía, me quedan fuerzas para arrastrarme un poco más por esta tierra, que se llena de rencor, vuelvo a levantar la cabeza y me siento solo, todo el mundo se dispersa y me abandona.
Solo, triste, tranquilo, me difumino entre las sombras de una luz que alguien se dejó encendida hace mucho tiempo.
-¿Quién eres?, no me hagas daño. Grito desesperado.
No encuentro respuesta. Siento miedo, noto que el próximo ataque de dolor acabe con mi vida.
-¡No quiero morir, no quiero!!!
Me tumbo en el suelo y veo que alguien se acerca hacía mi, creo reconocerlo.
Es mi hora, lo siento.
Cierro los ojos y vuelven a aparecer esas caras riéndose entre ellas.
Es mi hora, lo siento.
Silencio, convulsiones.
Ya esta aquí la tos, me apreto el pecho, no siento nada.
Ya llegó.
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