Yo, no le escribo al amor,
para eso están los poetas
y no pretendo ser uno de ellos.
No le escribo a las flores en rosa,
le escribo a las espinas,
le escribo a la sangre que se derrama tras la herida,
no a los versos sino a la prosa.
No escribo al amor...
porque no hay nada que decirse,
todo está más allá de las palabras
lejos de mi alcance soñador.
Le escribo a las ausencias,
a la costumbre congelada,
a las ganas de extrañar que alcanzan,
le escribo a las reminiscencias.
Yo no le escribo al amor,
porque aunque esté enamorado,
sigo siendo un simple mortal,
aunque me contradiga al final.
Le escribo a lo que queda,
a las sombras y el recuerdo,
a la emoción moribunda, por rescatarla.
Le escribo al después del amor,
al dolor y a la esperanza, del regreso,
del goce y la añoranza de alcanzarlo de nuevo.
Yo no le escribo al amor,
le escribo a lo que siento si me llega la emoción,
porque me ilumino las mañanas pensando en la persona amada,
pero no soy nada si no me toca su calor,
¿quien puede?
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