Ese humo abrumador Que amarra mis muñecas Irritando mis ojos de olvido Ese lago cegador Que derrama recuerdos Ahogando mi cuerpo débil Y sangro ríos en los que Se hunden las manos De quienes he amado. Ese árbol asesino Donde froté mi rostro ajeno Hiriendo mis traiciones Ese cuchillo solitario Con el que cada noche duermo Cortando mis abraso ingenuos Y así muero en negro Saltando sobe el vino Del que nunca beberás.
Texto agregado el 01-12-2005, y leído por 129 visitantes. (3 votos)