Mi cielo, sé que te molesta encontrar estrellas
mal parqueadas frente a la puerta
y que te disgustan las lluvias de besos sobre la ventana
y los rayos de amor que se me escapan del corazón
y van a estrellarse, justo, contra el tejado de tu casa.


Sé, también, de tu propia boca,
que no disfrutas leyendo poemas, versos
ni metáforas que no entiendes y que te confunden.


Te prometo, ángel mío -voy de verdad a intentarlo-,
no dejar por ahí más nubes de palabras
ni ríos de tinta que te inunden de tristeza
ni más mariposas de colores en tu pelo
ni palomas mensajeras que te busquen donde sea
ni más flores a tu paso que te digan
–al pisarlas-

que te amo...

Te lo prometo, dueña mía –no sé cómo-,
guardar entre una caja fuerte y con cerrojo:
las estrellas, las nubes, los ríos, las palomas y las flores
que sin control se escapan de mis manos
buscando –perdóname- anidar en el patio, en los techos,
en las alcobas y en los rincones más secretos de tu alma.



Bogotá-Colombia, Mayo 15 de 2001