Tú y vos,
como acacias filisteas
amarradas al encanto de adoquines amarillos.

Mi y él,
canto mesurado de anestesia
como mancha glamorosa de eucalipto
y manantial reseco de apoteosis.

Ella, mi, nuestro,
paraíso dibujado en papel imaginario
con reyes dueños de todo
y aparatos con espinas.

Todos, aquellos, tuyos,
desnutridos de princesas
y ocasos pintarrajeados
de calor enfermo y hastío.

Su, tú, mío,
callejón con jaula color arena
malecón vestido de luna
efemérides del mar.

Ni tú, ni mi,
con causa belicosa
y corpulenta infraestructura
de sueños intrascendentes
por amor a la patria muerta.

De nadie
esta turbulencia
vasta de amores en burbuja
y señores vestidos de gente

Mía,
la soledad de quien come
a la orilla de si mismo
contando gotas de lluvia
y soles saludando el futuro.

De todos,
este amuleto fresco de bordonas
y mochilas vacías de tiempo
por el camino vidrioso y salitre
que vaga en el lomo de un alce.