Se desplazaba a toda prisa, como todo un veloz submarino de alta tecnología, su diseño acuadinámico le facilitaba hacer malabares en las profundidades del mar.
Se burlaba de todas clases de monstruos marino que intentaban obstaculizar su camino, era sorprendente la elegancia al navegar y su majestuosidad dejando boquiabierta a cualquier espectador, nunca se había diseñado tal hermosura, pero había un problema, cuando estaba en tierra era sumamente lenta parecía que solo estaba diseñada para funcionar en las profundidades del mar.
Para mala suerte estaba obligada a salir cada cierto tiempo a la superficie para desovar en las cálidas playas de arena tropical.
Ella vivía al sur de Europa en el mediterráneo, desde allí se desplazaba a las playas del mar caribe donde años atrás había nacido, increíble la exactitud del animal marino el cual regresaba justamente a la misma playa donde un día nació, y aunque estaba en peligro de extinción se arriesgaba a regresar a las peligrosas playas caribeñas donde los pescadores no respetan las leyes internacionales que protegen esta hermosura marina.
Navegó miles de kilómetros hasta llegar a la tierra que un día la vio nacer, era de noche, hora perfecta para salir del agua y esconder sus huevos en la arena, así lo hizo, no podía casi avanzar en el terreno arenoso pero aún así hacía su mayor esfuerzo porque el instinto le aseguraba que era presa fácil en aquel lugar el cual era tan hermoso y a la vez muy peligroso.
Hizo todo lo posible para lograr su objetivo el cual era darle continuidad a su especie, llegó al lugar más conveniente y de inmediato cavó un hoyo y desovó con la esperanza de que algunos huevos sobrevivieran.
Rápidamente cubrió los huevos con arena y regresó al agua, en el camino quería casi volar de tan rápido que se movía, porque recordó aquel suceso cuando su madre al depositar los huevos de donde ella nació fue atrapada por unos pescadores casi llegando al agua.
Con muchos esfuerzos llegó a las cálidas aguas con la lengua afuera y exhausta, fueron los minutos más largo de su vida, estaba más cansada que todo el recorrido que había hecho desde el mediterráneo por el mar.
Después de un tiempo los huevos ya no eran huevos sino pequeñas tortuguitas marinas que comenzaron a emerger desde la arena, salieron por montón, eran muchísimas que trataban de integrarse al medio ambiente y sobrevivir, pero no la cantidad suficiente para satisfacer a los diferentes depredadores que estaban al acecho y desde que la vieron en la arena de inmediato comenzó la cacería.
Después de mucho alboroto, violencia y liquidación, solo sobrevivieron unas cuantas, algunas fueron a parar al lobby de un lujoso hotel que estaba construido a la orilla de la playa (violando evidentemente algunas leyes del país).
Las tortuguitas llegaron al hotel por confusión total, habían escogido el camino equivocado porque el instinto la guiaba hacia el mar por la brillantes que este refleja, pero al estar el hotel con todas sus luces y la noche estaba nublada las pequeñas en vez de ir en dirección del mar tomaron la dirección del edificio.
Allí les dio la bienvenida el vigilante del gran hotel de fama internacional (que para mala suerte de ellas desconocía que estaban en peligro de extinción) y peor aún le habían recomendado el consumo de esta especie para resolver su problema de impotencia sexual.
Es posible que esas tortuguitas devoradas por el vigilante fueran las últimas para conservar la especie de la tortuga marina conocida en nuestro país con el nombre de Tinglar y quizás nuestros nietos escucharan de este animal marino como escuchamos hoy de los dinosaurios y no sabrán en realidad si existieron o fueron creados por de la imaginación humana.
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