Cristales de luz escurridiza
hacen de débiles rayos una melodía
un caleidoscopio de luces blancas
que arropa las retinas
y el gigante se mece en su majestuosa tina
con el último calor de la helada

Atrapan mis tímpanos los témpanos y su fisura
prepara la sabia naturaleza la sutura
para el blanco cisne que divide las aguas
arrancando sus plumas, forjándose en la fragua
la amalgama de la melancolía y la esperanza

En un crescendo de la sinfonía
quiebran su unión los hijos del hielo
el cielo testigo vigila con recelo
esperando desangrarse contra las cuerdas del cello
en el preludio de un nuevo día