Si, yo era otro de esos jóvenes que ama la vida, de los que se ilusiona
al ver los colores del arco iris, y llora espantado cuando un ave cae
sin poder volar, si, yo soy uno de esos chiquillos cursis, que se la pasa
toda la vida pensando en que el amor verdadero tocara su puerta.
Y si, lo hizo, pero no fue la puerta fue mi ventana.
A ver, yo vivo en un segundo piso, al frente de una avenida y todas las
tardes mi diversión era, servirme el almuerzo para observar la gente que
deambula libre por las calles, pero fue aquella tarde que la vi, era simplemente
hermosa, con sus medias blancas, su jardinera a cuadritos que emulaban un ajedrez
de juego interminable, Una estudiante simple y llanamente “diosa”.
Es mas, ayer intente hablarle, pero no pude, por solo dos razones,
la primera: es esta maldita timidez que tengo, y se me despierta con el
solo hecho de mirar una mujer, me siento desnudo, esto ata mi forma de ser a mi
forma de expresión.
Y la segunda razón es la que más odio y créanme, les juro que la detesto, por que
amarra mi cuerpo a esta puta y maldita SILLA DE RUEDAS.
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