Así nomás quise entrar al cine. La siguiente función empezaría en media hora (tiempo bueno para tomarme un café). "I'd like to have a coffee". Sí me gustaría un café ahora.
Lo pido y pago con unas monedas que llevaban en mi pantalón suficiente tiempo como para darme cuenta que al caminar yo sonaba bien "western", y me gustaba. Me hacía sentir "old west" cuando pasaba por la calle; ser diferente, ser la langosta azul en la ciudad, o suena mejor: langosta azul citadina.
Me fuí a sentar al rincón del café , sería eso ya mi costumbre.
Pienso que ya no hay películas buenas en el cine; ahora sólo son 30 películas hollywood en cartelera, donde todos los gringos matan al mismo terrorista. Me río por dentro, me río por dentro.
Ahora se abre la puerta del café, entran tres hombres (para mí: langostas rojas). Yo soy "blue lobster".
Piden cada uno un café, pero con leche, y eso por que vieron que mi café me lo tomaba negro. Hablan trivialidades jocosas y yo los escucho. No saben que ellos son tres idiotas conversando. No los volteo a ver pero trato de poner atención al parloteó que traen en su mesa.
Hablan de la película que acaban de ver -promete ser un churro la movie- pero sobre todo hablan del final. Malo, malo, mal final.
Veo el reloj y me retiro a la función. Ya se a cuál película entrar: entraré a la de la que hablaban los tres idiotas. Ya me sé el final y lo gritaré dentro de la sala, casí cuando se besan todos...

Luis a punto de besar a Sofía, es interrumpido al escuchar a alguien de la hilera de asientos de enfrente gritar.
-Sofía, ¿ya escuchaste?, ese idiota gritó el final de la película.
-No importa Luis, no nos arruinó la película. Todos ya intuíamos cómo se iba a acabar de todas maneras. -Sofía le respondió a Luis con un desmán.
Fue una película que no acabó en beso.