Abrí los ojos, me rasqué la cabeza y miré hacia la ventana, la claridad que entraba hacia iluminarse de un gran brillo toda la habitación, el tiempo era muy caluroso pero realmente se estaba muy bien metido en la cama medio tapado con una sabana.
Giré la vista a la izquierda y la vi a ella, estaba desnuda y con la mirada fija en mí, la calma y el silencio calmaba el pequeño habitáculo donde vivía, apenas unos metros cuadrados que parecían estar a mil años luz de todo y todos.
El silencio, el sol, su mirada todo era perfecto, parecía una película de cine mudo que tanto me gustan. Hasta que pasó aquel camión con su horrible ruido que empañó el momento.
La mirada de aquel ángel desnudo cambio de repente, ya no era una mirada bondadosa y llena de cariño, ahora era de impaciencia, capté su significado al momento, así que me levanté y me dirigí al perchero, saqué la billetera de la chaqueta y cogí un billete de cincuenta, lo dejé sobre la mesita, ella saco de su más adentro una gran sonrisa y con agilidad felina cogió el billete, escuché un gracias corazón y levantó su hermoso culo desnudo de mi cama, se vistió y se marchó de mi piso como si no existiera, después de recoger lo que realmente amaba.
Me quedé un rato más tumbado en la cama, desnudo y mirando el techo, con la mente perdida, cuando el dolor de espalda me echó de la cama. Me dirigí al sofá, encendí un cigarro y puse la televisión, me di cuenta de nuevo el porque odio tanto la televisión, solo se ve basura, el gran mundo absurdo de los mas de mil canales que nos bombardean a todas horas, sin compasión.
Sentado y con ganas de vomitar empecé a atar cabos, yo nunca he dormido al lado derecho junto a la ventana y que yo recordara nunca me había gustado llevar cartera, lo encontraba absurdo y era como un caramelo para los carteristas que pululaban por el metro cada día y menos aún había pagado por una noche de compañía era algo que no me había planteado nunca, notaba algo extraño y una sensación de ahogo y angustia.
Desperté de repente con sudor frío y palpitaciones, desperté en mi lado izquierdo separado de la ventana, el cielo estaba repleto de nubes y caía agua como si fuera el fin del mundo. A mi derecha vi un bulto que sobresalía entre el nórdico, me acerqué y la abracé, una cara adormecida se giró y me miró entreabriendo los ojillos, la besé, me encantan los besos nada mas despertar hacen que me sienta bien durante todo el resto del día, justo hasta la mañana siguiente cuando doy otro beso matutino.
Una voz dulce entro en mis oídos,
-¿Qué te pasa mi amor? .
-Nada cariño, que te quiero.
Me quedé tumbado en la cama y abrazado, hacia un día gris, pero era un gran día.
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