Una de las paradojas fundamentales dentro de la Física Cuántica es la conocida como la paradoja de “El gato de Schröedinger”. Ésta viene a sostener que sí tomamos un gato en estado cuántico perfecto, y lo introducimos en una caja de formol, si cuando lo sacamos está vivo, es que previamente estaba muerto. Sin embargo si cuando lo sacamos está muerto, es que antes estaba vivo. Esta teoría, que a priori puede parecer descabellada y poco comprensible, parte de un supuesto elemental de la física cuántica. Cualquier ser u objeto en estado cuántico perfecto, presenta todos sus estados posibles –en el caso del gato, vivo y muerto-, sin embargo solo uno de ellos es observable por las condiciones iniciales y por la influencia del ambiente. Es decir, se supone que si arrojamos una moneda, ésta será cara y cruz al mismo tiempo, aunque solo un resultado será observable para nosotros. El problema que presenta este planteamiento es que solo resulta observable en fenómenos microscópicos –y más rápidos, siendo los macroscópicos más lentos y sujetos a la influencia del ambiente.
Cualquier lector de este periódico, habrá comprobado a estas alturas la indirecta relación entre la paradoja cuántica de Schröendinger y la Conferencia Episcopal Española.
Mientras algún sector de la Iglesia Católica se echa a la calle en busca de sus causas, podemos escuchar opiniones dispares conforme a los motivos que le mueven a ello. Sus acólitos, por ejemplo, dicen manifestarse en contra del matrimonio entre homosexuales, alegando que la palabra matrimonio es uso exclusivo de la heterosexualidad cristiana (el autor de este artículo desconoce el supuesto teórico al que se agarra esta corriente científica para considerarse en poder del significado de los verbos).
Por el contrario, ante dichas manifestaciones, otros sostienen que simplemente a cierto sector eclesiástico le molesta que se reconozcan los derechos de los homosexuales como a cualquier otro ciudadano. La física cuántica, claro está, nos invita a pensar que ambas cosas están sucediendo simultáneamente, pero solo podemos observar una.
Otro caso experimental, de reciente trascendencia empírica, ha sido la manifestación acerca de la Ley de Educación (conocida en la disciplina científica como L.O.E.). En este caso, los fenómenos observables han sido los siguientes. Mientras sacerdotes y obispos reclamaban, según sus palabras, libertad de elección en la educación, otras opiniones circulaban en una corriente que sostenía que la Iglesia no quiere perder dinero, poder, ni su sustento para el adoctrinamiento. Otro claro ejemplo de manifestación experimental de la física cuántica, en la que dos fenómenos suceden simultáneamente, aunque solo es observable por el ambiente (crispado o no por radicales libres).
Sin duda es un reto para los científicos resolver este debate. Sin embargo, no puede negarse que la teoría cuántica episcopal da que pensar, cuando en otras condiciones experimentales como pueda ser la precariedad laboral- algo que afecta a millones de católicos (así como otros confesos y agnósticos) en este país desde hace años- la iglesia no se ha echado a la calle. Esta incongruencia empírica, nos hace pensar que el método científico episcopal, quizás no sea del todo fiable, y que las condiciones de recogida de datos, ya sea en laboratorio o campo, esté siendo sesgada deliberadamente.
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