Fede era un chico de veinticinco años, era un fracasado total, nunca había acertado con algo en su vida, para colmo siempre perdía y olvidaba cosas en todos lados.
Una noche cuando llegó a su casa, la madre le dijo: -Fede, ¿Dónde te habias metido toda esta tarde?, Te estuve esperando todo el día, ¿Y has traído las verduras que te pedí?- exclamó la madre.
Fede mirandola con cara de asombro, le respondió -Disculpame madre, lo había olvidado por completo, ahora iré a buscarlas-.
La madre cada vez más furiosa le dijo -Esta bien, pero esta vez no te olvides de comprarla, y tampoco se te vaya a ocurrir perder tus ropas o el dinero que te dí, como de costumbre haces. ¡Algún día te matara la idiotez!-
Fede le dijo - No te preocupes, esta vez no me va a suceder. Lo de perder las cosas no lo hago aproposito, simplemente las olvido o pierdo-.
La madre, le dijo con una voz bastante gruesa - Te creo, ¡Espero que algún día, de estos no olvides tu propia cabeza, porque ese día la idiotez te habrá matado y la muerte ya te habría ido a buscar!¡Es lo único que falta!.-
Fede salió a la calle, al instante ya había perdido el dinero de las verduras, estaba desesperado, no quería pasar más papelones con su madre. Pensó un rato y decidió que robaría a alguien para conseguir de nuevo el dinero.
Al pasar una viejecita, la arolló y le robo el bolso.
Había conseguido de nuevo el dinero para poder comprar las verduras. Pero al poco tiempo, lo apresaron, todavía no había podido comprar las verduras, Fede había fracasado nuevamente.
Lo juzgaron y condenaron, esta vez no se salvó de nada.
Fede pronto sintió un fuerte golpe, su cuerpo temblaba, se tiñó de rojo y se tambaleaba para todos lados, como si estuviera borracho. Pero no era por eso, esta vez había perdido la cabeza en la guillotina, su cabeza aparecía tirada a un lado de su cuerpo, el verdugo tenía sangre y astillas sobre sus ropas, la muerte había venido a buscar a Fede.
Las predicciones de la madre se cumplieron, Fede hubiera deseado lo contrario, pero como siempre las madres ganaron otra vez. Siempre aciertan en las cosas. |