Florecieron las azaleas. Un cielo inmaculado dejó reinar al sol. Como quien libera un ave de su cautiverio abrí mis manos y te dejé marchar. Blanca paloma, tu alma, se elevó victoriosa. No recargué en sus alas mis lágrimas y mi dolor. Eres libre. Vuela alto. Tu misión cumpliste. Es hora del adiós.
Texto agregado el 26-11-2005, y leído por 246 visitantes. (1 voto)