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Lo primero que me dijo cuando la conocí fué :

- Nunca me engancharé a un tio.

Creia que estaba por encima del bien y del mal,
se creía superior al resto de los mortales,y creía que el tiempo no pasaría por sus labios resecos.
Se habría cepillado a más de veinte tipos cuando ya contaba con dieciséis años. Nunca salía a la calle sin echarse veinte kilos de maquillaje encima, y sin una minifalda negra con cremallera en medio...
Los ojos de los hombres que la devoraban la deseaban cada vez más, era como una droga, y claro, yo también caí en ella. Pero no como los demás.
Cuando me dí cuenta de que significaba para mí el doble que cualquiera de las otras luché contra mi propio deseo para nunca entregarme a ella, con el único fin de que aprendiera que nunca podremos resistirnos a la llamada del enamoramiento a la puerta de la casa que es nuestra alma, en esta vida.
Y es que el enganchamiento no llama una ni dos veces, está llamando toda la vida, sin parar, y si te resistes a abrir la puerta, o te vuelves loco, o nunca serás nada mas que un cuerpo, un cuerpo que no vive, tal y como lo describió Larra, muertos ya en vida.
Así que me resistí como pude a ella y sus tentaciones, sus manos...Su aliento. Tanto hice el gilipollas por intentar demostrarme a mi mismo que era superior a ella que creyó que me gustaban los hombres...
Y con el tiempo descubrí que estaba exiliada en los celos, que no era tán golfa como presumía ser, y que era aún muchísimo mejor de lo que me demostró cuando me enganché a ella.
Y así llegó el otoño, más suave que nunca,y yo, idiota de mí, mas nostálgico que nunca, mas sentimentalista que nunca,mas intelectual que nunca...
Y ella se enganchaba más y más a mí, así que decidí cortar por lo sano antes de que fuera demasiado tarde, pues se tenía que ir a vivir a novecientos kilómetros de mí, y antes de ver, bueno, mas bien sentir, que me dejaba por algún payaso de turno que se haría el Hércules para impresionarla, y ver de qué manera volvía a ser una golfa, decidí abandonarla a su suerte.
Vino del norte buscandome hace dos días, se vengó de mí y marchó de nuevo...
No esperemos a que se hallan pasado para desear las cosas mas que nunca.

Texto agregado el 30-10-2003, y leído por 225 visitantes. (1 voto)


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