te vi...
Hacia un calor insoportable, pero permanecia esperandolo. Hacia mas de media hora que deberia haber llegado, pero nada, nisiquiera una llamada para avisarle que no podria llegar. Se culpaba, de una u otra forma entendia que ella habia propuesto la cita, y que él no quería más citas. Sin embargo le había dicho que llegaría,entendía que a pesar de todo, hacía falta juntarse una vez más.Aún asi ella sabía que sólo sería para que cara a cara viera cómo una vez más le decía que ya no la queria, que se había muerto todo, que para él ella ya no era la niñita que le había hecho embobarse hace algo más de un año atrás. A pesar de que sabía que escucharía eso, ella había insistido, tenía la necesidad de verle, incluso después de haber soportado todas las humillaciones a las que él, en su desesperación para que le dejara, la había sometido.
Ya llevaba una hora de retraso, y qué calor hacía allí. Miró el celular por décima segunda vez en menos de quince minutos, y nada, ni una llamada siquiera. No quería convenserse de que no llegaría, de que ya no la quería. Pero instuia que algo extraño pasaba. De pronto sonó el celular, respondió apresurada y a un par de segundos después rodó nuevamente una lágrima por su mejilla, no llegaría y ni siquiera era él quién le avisaba, era su compañera de trabajo a quien él le había pedido que le informara.
Comenzó a caminar, con un peso en su espíritu que nunca había sentido, con una tristeza acumulada en un nudo infame que le atrofiaba la voz ál pedir un cigarrillo suelto en el quiosco. Encendió el cigarrillo, siguió su camino, triste, pero convencida de que ya nada quedaba, que todo lo que se había construido era como aquel cigarrillo que llevaba entre sus dedos, que se consumía poco a poco para terminar en la disipación del humo entre el smog santiaguino. ¿le llamaría más tarde a su casa?, no lo sabía, en realidad lo quería , pero ya lo había entendido todo y su corazón le decía que no debía llamarle nunca más, que no debía saludarle nunca más, aún le quedaba un poco de amor propio, aunque era casi miserable.
Botó el cigarrillo, lo pisó, se secó la última lágrima e hizo parar el microbús: "nunca más"; se dijo mientras subía, canceló su pasaje y se sentó.