Más de cuatro siglos mirando tu valle. Desde las cumbres, queda expuesto, engañado, el ojo más experto, desaparecen tus detalles, los contornos se suavizan, los objetos trastocados.
Se confunden, el río puro y transparente, con las charcas cenagosas, putrefactas; brillan con la misma nitidez, como plata bruñida.
Los cardos, lirios, juncos, plantas espinosas, estériles, con opulentos árboles frutales, forman todo, un mismo manto de verduras aromosas, tachonadas de flores.
Mapuche, cansado, sudoroso bajo un sol de fuego, respirando el polvo de la vida rauda, escueta, atiborrada, ve las cosas desde un mundo muy diverso, pujante, atrevido, trabajador, aguerrido.-