Vuelves aquí
porque sabes que es real,
quizá la única tez palpable para ti.
Luego de mentirte,
regresas,
la luz al final del famoso túnel
es verdadera,
y retornamos a ella.
Porque el fin del camino así lo quiso
porque Dios no te consultó,
pero sabe lo que hace,
es impasible,
y tu quieres abarcarlo con la avidez
que proporciona la mortalidad.
Vuelves,
por añoranza de refugio, de hogar.
Huyes de la intemperie como muchos han dicho.
¿Para qué negar ésta verdad?
¡Quieres compartir tu pan!
ya harto
avergonzado de tanta soledad,
hallándote como nulo
al universo,
quizá desterrado.
Sueño de algún ebrio indolente
que no se hace conciente y te destruye.
Vienes con un cántaro
vacío
y quieres que exista para alguien
porque el olvido corrió a abrir tus ojos y brazos.
Vuelves a caer en el deseo,
insaciable,
de amor = vida.
Tanto, que arrojas letras
a un espacio infinito
con esa idea
y sin embargo, no es la llama
perenne del templo.
Regresas porque conoces, con cara de espasmo
que éste hilo se va mermando
(Dura lo que vive un suspiro)
Y aún no te has divertido
hasta desgarrarte.
Quieres reflejarte en unos ojos.
No te culpo, nadie lo hará,
tu, amante del arte
esposo de nadie y de alguna
que desconoces.
Pero quieres emociones de esposo.
Apareces correteados por fantasmas
y terror,
espectros lejanos de la muerte
y de la nada,
sólo son los espantos
de no cumplir tus sueños.
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