SIN NOMBRE
Deseo tropezar una y mil veces, muero por caer de golpe en tus brazos. Tengo la cabeza inundada de serpentinas de dudas, de lenguas desafiantes, de gases lacrimógenos y de cascadas de sombras… pero aún así estoy firmemente segura de lo que escondo entre pecho y espalda, entre desvelos y sueños alterados, entre día y luces, entre horas que corren a una velocidad eléctrica.
Lo quiero todo… y no me atrevo a nada. Te diría mil y un amaneceres en mis pupilas pero me bloquea la confusión. Te hablaría de horizontes alcanzables, de lunas histéricas y de deseos torrenciales… pero permanezco tumbada en la neblina que va creciendo por instantes.
Canto más en la ducha, ante el espejo y hasta en silencio. Entro en letargo despierta y no en la noche avanzada. Tengo la cabeza al revés y la sangre se me escapa. Confundo colores, sensaciones y anhelos… a veces ni me reconozco, me pierdo dentro de mi propio pozo (alcanzo a veces el fondo) y asciendo rebotada de nuevo ante tus tormentos.
Todo gira, y ya no hay vértigo. Todo avanza, exceptuando la razón. Un torbellino me tiene en alerta constante, exaltada y dando vueltas en una espiral continua, que me atrapa, me eleva, me estampa y me emociona.
Todo esto dicen llamarlo escape, huída, trastorno e incluso locura… no atino a ponerle ningún nombre, pero sé que está todo controlado. Insisto, todo bajo control.
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