Año 1975
Acostada en su cama, Clarisa miraba el póster que tenía enfrente. El mar azul,
la hamaca, el hombre bebiendo y la frase:
“Mi fuente, mi sed,
mi barco, mi red y la arena.
Donde te sentí,
donde te escribí
mi poema”.
Cada noche, Clarisa soñaba con ese desconocido que le dedicaba su poesía, sabía que la sed era por ella y escuchaba su llamado. “Ya voy”, susurraba, “esperame, por favor”. Después, se levantaba para ir a la escuela, le decía “Buenos días, amor” y le tiraba un beso con los dedos.
Año 2005
Al llegar a Porto Galhinas y ver el mar, Clarisa se sobresaltó. ¿A qué le hacía recordar ese azul? Algo borroso intentaba hacerse paso en su cerebro tabicado de preocupaciones. Se sacó las sandalias y caminó por la playa, ensimismada en descubrir qué le sucedía.
De repente, le latió muy fuerte el corazón.
Un hombre bebía de un coco en una hamaca. Su póster, su juventud, sus sueños, todo apareció en cascada.
-Buenos días, amor –dijo temblando.
-Por fin llegaste, te esperaba desde hacía tanto.
(La frase del póster es de "Poema de amor", de Serrat).
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