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Los siglos astillan la memoria. Memorias pasadas. Memorias que un día fueron ciertas.
La neblina medieval, hizo que estas memorias, estas historias cayeran en el olvido, al igual que aquel estallido de efemérides que encontré en las páginas de un añejo librito de la Iglesia de San Román, en Toledo.
A pesar del largo tiempo que ha acontecido desde que lo sostuve por primera vez, mi mente lo evoca con absoluta prolijidad, como si Cronos hubiera dejado de correr. Recuerdo el frío que inundaba mi habitación, recuerdo aquel áspero papel y con más detallismo aún, si cabe, recuerdo el galimatías latino que se me antojaba a traducir.
Años de estudios, terminaron por afirmar que en aquel polvoriento librito residía algo más que el génesis del oscurantismo medieval…


Otoño de 1316, año de Nuestro Señor Jesucristo.
Cualquier hombre con cierto grado de razocinio, negaría estos hechos pero todavía en mis viejos luceros se reflejan aquellas imágenes. Así pues, con cansancio y con el óbito acechando tras mi envés, me dispongo a relatar los insólitos sucesos que ocurrieron ominosamente sembrando de fobias a los habitantes de esta localidad:
El origen de todo lo que nos sobrevino, se remonta seis años atrás, en la madrugada del domingo de resurrección.
Aquel día, el crepúsculo me sucumbió cuando mis andares se dirigían hacia la abadía, en búsqueda de mi oración. El camino se hacía más austero a cada paso mientras la bruma me impedía avistar el lodazal en el que sumergían mis pies. Sonidos estrambóticos, cuya raíz debía ser el mismísimo averno, se extendían por todas las calles.
Al arribar al monasterio, me desprendí de mis albarcas, y de este modo me entregué en la jaculatoria en una de las, ahora, devastadas capillas. Entre tanto, los estampidos, del exterior no perecían e incluso se hacían más y más ardiondos.
Desconcertado y nervudo por omisión de tan irritables ecos, salí veloz, con absoluta determinación, al encuentro del creador de mi terrible jaqueca… y… ¡Ay! ¡Cuan aborrecible fue lo que divisé! ¡Se que tras tales visiones, el Hades será mi único destino! ¡Se que la Santa Madre Iglesia condenaría mi testimonio si saliese a luz!... pero allí… allí se hallaba una serie de artilugios cuya coloración bien podría compararse al bronce… ¡Dios, porqué me abandonaste! ¡Porqué me hiciste observar tal aberración!... de aquello… de aquellas máquinas surgieron seres… y… ¡Dios! ¡Aquello no era humano!... Seres que aún pasado el tiempo ni mi voz, ni mi pluma se atreven a describir.
Esos instantes, eternos, hicieron que desease (que Dios me perdone) mi propia muerte. Mi cuerpo temblaba de pavor y mis piernas, hasta entonces firmes y ágiles, parecían petrificadas en aquel desértico lugar. Los entes, se acercaban hacia mí, tranquilos pero inquebrantables. Dos de ellos, se situaron en frente mía; sus enormes oculos me miraban fijamente y de pronto uno de ellos comenzó a emitir unos gemidos inteligibles. Al acto, los demás inhumanos, junto con los dos que estaban frente a mí, alzaron su camino a la aldea… lentamente…sin emitir sonido alguno. Mis rodillas se postraron sobre el lodo y… el letargo me venció.
Embarrado y con el alma exhausta, el sol, traspasando mis finos parpado, me dio la bienvenida al infierno. El agotamiento y la humedad habían dejado mellados mis huesos, impidiéndome levantar con facilidad. Mi olfato, percibía el familiar olor a madera quemada. Mis oídos, eran deshechos por un rugir de gritos y golpes… Todos mis sentidos se sentían plagados de espantos.
Determiné (aún no se el qué me indujo a ello) a contemplar lo que acaecía tras de mi. La ciudad… mi hogar…ardía en llamas. La algarabía se hacía plausible hasta para el oído más obstinado. Todo chirriaba en llamas. Aquellos seres habían asolado la ciudad: los niños, las mujeres, la rábida…
Ya, abandonada mi ánima, me aproximé, encorvado, al lugar de los hechos… ¡Pero no!... ¡Allí no había ninguno de los extrahumanos que la noche anterior pude ver!... ¡Los hombres, las mujeres y… mis hermanos, lanzaban sus fortunas a los pastos del fuego!...
Incrédulo ante tal situación, tomé el brazo de una muchacha y, temeroso, pregunté el porqué de todo aquello. Sus ojos, brillaban como el oro y su iris se veía manchado de sangre. Tras su luciférica mirada, sólo pude soltarla pues el horror que impregnaba se hacía insoportable. Y allí quedé, en medio de una multitud enloquecida cuyos… ¡Ah! ¡Todos sus ojos eran de Oro y Sangre!
Intenté huir hacía la abadía, pero el fuego la consumía…todo…todo en su totalidad era fuego. Por suerte o quién sabe si también por desgracia pude divisar un pequeño recoveco que facilitaba el paso a la biblioteca contigua al monasterio. En el interior, el humo inundaba el espacio, los tabiques del suelo se levantaban, las paredes crujían de odio… pero sucedió que bajo un madero arrancado, un pequeño libro asomaba. Su portada, con letras bañadas en oro, reflejaba el titulo de Ufo-Exorcismos. Olvidando lo que pasaba en el exterior y muy pronto allí mismo, lo abrí. Sus páginas hablaban de historias de seres de otros mundos, los cuales se introducían en los hombres controlándolos a voluntad. Continué leyendo y llegó el momento en que encontré un complejo método para librarse de aquellos extraños.
Mi saturado espíritu, descendido a la perdición, aglomeraba una magna inquietud mezclada con la inmensa cantidad de información que tomaba mi mente, la vista se me nublaba…
Con la techumbre a medio caer, me arrastré, de nuevo, hacia el exterior. Mi voz, temblorosa, y en medio de la necrópolis encendida, pronunció aquel depravante rezo:
¡ IA IA IA!
¡ADU EN I BA NINIB
NINIB BA FIRIK
FIRIK BA PIRIK
PIRIK BA AGGA BA ES
AGGA BA ES BA AKKA BAR!
¡KUR BUR IA!
EDIN BA EGA
ERIM BA EGURA
¡E!¡E!¡E!
¡IA IA IA!
EKHI IAK SAKKAK
EKHI AZAG-THOTH
EKHI ASARU
EKHI CUTHALU
¡IA!¡IA!¡IA!

…Y todo se desvaneció…mi cuerpo se unió a la tierra…y todo tornó en tinieblas.
Los años han pasado y aquel suceso morirá conmigo, pues los hombres olvidaron lo que un día, bajo el crepúsculo, anidó en su interior.



Aquí he mostrado lo que pude traducir de su diario y que en su día murió con él y que ahora vuelve a renacer. La veracidad de lo narrado, la verdad que puede que haya inscrita en esas páginas, solamente reside en nuestros corazones…





Texto agregado el 24-11-2005, y leído por 817 visitantes. (17 votos)


Lectores Opinan
05-12-2005 Muy buena narración, aunque tal vez no se deberían usar algunas palabras que para la época no se conocían con UFO o extraterrestres, salvando eso la lectura es amena y deja abierta la imaginación para dar sentido a algunos vacios que el lector aficionado a este género crea. Reconcomiosapiens
05-12-2005 Trabajaste muy bien este cuento, una mezcla de ciencia ficción y oscurantismo. Peter_6
29-11-2005 Excelente descripción y narración. El final no terminó por gustarme. Te felicito. theonlyerath
28-11-2005 me gusto mucho un gran estilo. christo
27-11-2005 Uff,denso, muy denso. Puedes desarrollar una novela a partir de la idea. Tus tendencias góticas se captan. Ilusiones que envuelven al lector entre tinieblas. Sigue así muchacho, tienes mucho camino por delante. Besos iolanthe
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