Entonces la mirada del mundo se posó derrepente sobre ti, de pronto tu pálida piel empezó a iluminarse al sentir por vez primera el roce galciar de la luz, y lo que fuiste tú hasta ese momento ya de nada te valió..., ya de nada servía tu esforzada inmovilidad, tus remotas ganas hambrientas de inercia, tu carne tan falta de dolor, de placer... y te diste cuenta de que eras algo más, algo más que una fantasía, algo más que la alucinación de alguien tan igual a ti...
Creíste en ese momento la aparción de una pesadilla, de una de las tantas que te visitaban cada noche cuando eras niña, creíste también en algún momento que sólo era el paso de algún fenómeno de la naturaleza de la que formabas parte, no estabas segura de nada y mucho menos de ti... entonces tu inteligencia extinta renació con una palabra que era tal vez la que describía tu estado, que poseía tu materia que empezaba a tomar forma, y la luz, calor que sentías por vez primera acariciar lo que desde ese momento llamarías piel, tu carne que te concretaba en este mundo, tu lado visible que salía desde tu madre al espacio abierto, tu origen aquí y hasta algún día, tu nacimiento que se perpetuaba, la toma de conciencia, lo que pasaba..., alguien te nacía... eras tú quien nacía...