Hacía tiempo que Gonzalo no veía llover de esa manera, parecía que el cielo entero se estaba viniendo abajo. Pero a pesar de esto, de todas maneras conduciría esa noche para Santiago, ningún aguacero lo dejaría aquella noche en la parcela que tenían sus padres cerca del lago, además no era primera vez que tendría que manejar su jeep con lluvia.
Así lo hizo, preparó todas sus cosas, las subió al vehículo y emprendió el regreso. En menos de tres horas estaría en su casa. Lo cierto es que la lluvia era torrencial, tanto así, que los limpiaparabrisas no eran capaz de botar toda el agua que caía sobre este. Gonzalo comenzó a pensar que quizás no había sido tan buena idea haber viajado aquella noche y, la verdad de las cosas que el temporal le estaba provocando algo de temor. Pero a pesar de todo no le dio mucha importancia y continuó.
Al rato de avanzar comenzó a distinguir a lo lejos entre la lluvia y la oscuridad unas luces rojas. Al seguir avanzando se percató que eran de una patrulla de la policía que tenia bloqueada la carretera. Detuvo su jeep, y un carabinero todo empapado se acercó y le comentó que por la lluvias el camino se había cortado mas adelante, y que por la tanto tendría que devolverse o si no tomar un desvío, el cual lo demoraría un rato, pero que por lo menos se enocntraba en mejores condiciones y podría continuar con su viaje. Así lo hizo, dio marcha atrás y se internó por un camino barroso.
Lo cierto es que la lluvia había hecho lo suyo, ya que aquel camino francamente era intransitable. Pero en fin, esto no le importó activó el sistema cuatro por cuatro de su jeep y comenzó a avanzar lentamente. La verdad es que la lluvia no disminuía al contrario a ratos parecía aumentar su ferocidad.
Pero una extraña sensación fue haciendo presa de él, pero no sabia que, una sensación de angustia y temor crecía en su pecho y la tormenta al aumentar en intensidad hacia que esta aumentara. Después de un rato de camino comenzó a subir por una pronunciada cuesta, el jeep serpenteaba agarrandose al barro y las piedras. Después de un rato Gonzalo llegó a la cima, al llegar un rayo repentinamente cayó muy cerca de él, fue tanta su fuerza que partió en dos un árbol que estaba al borde del camino, por otro lado fue tanta la luz que destelló que por un momento quedó sin ver nada. No fue el primero, luego de ese una seguidilla de rayos comenzó a caer desde el cielo, por todos lados rayos azules caían con furia al piso, algunos sobre árboles, provocando llamaradas de fuego, era espectacular verlo, pero a les ves preocupante, Gonzalo temía que uno pudiera caer sobre su jeep. No era lo que le preocupaba en realidad, aquella extraña sensación que sentía se había acrecentado con la caída de los rayos, ahora la angustia era mayor y además se sentía molesto y lo peor de todo no sabía por que. De repente los rayos terminaron y la lluvia continuó con toda su fuerza. Continuó manejando, luego de la cuesta el camino siguió suavemente descendiendo, la tempestad seguía, o mejor dicho el diluvio. Pero ahí estaba esa extraña sensación, creciendo con la fuerza de la tempestad. Algo extraño sintió en su vehículo, como si una rueda se hubiese pinchado, seria lo peor que podía pasarle pensó Gonzalo. Se detuvo, abrió la guantera de donde sacó una linterna. Lo cierto es que Gonzalo, siempre contaba con un arsenal de elementos para eventualidades, así según él estaría preparado para cualquier caso. Bajó el jeep, apenas puso un pie en suelo fue recibido por la lluvia quien rápidamente le dio una mojada bienvenida, pero que se iba a ser, lamentablemente tenia que mojarse. Para desgracia de Gonzalo su presentimiento se hizo cierto, una de las ruedas se había reventado. Se lamentó, pero no había tiempo para sentir pena por su suerte, había que poner manos a la obra y rápidamente cambiar la rueda. Se puso a trabajar, al cabo de unos segundos su ropa estaba completamente mojada. Pero ahí estaba esa extraña sensación que ahora ya era casi insoportable, solo el querer salir luego de ahí y continuar con su viaje le ayudaba en cierta forma a disminuirla. En un momento se puso de pie, se saco algo el agua que descendía desde su pelo y vio que para su buena suerte había quedado justo frente a una humilde casa. Miró y vio que alguien salía de ella en dirección a donde el se encontraba. Era un hombre, al principio Gonzalo no distinguió su rostro ya que la luz de la casa se lo impedía. –Hola amigo, se le pinchó una rueda, que mala suerte y con el aguacero que está cayendo,- saludó cortésmente el hombre.
Gonzalo lo miró, no le dijo nada, el hombre ya estaba cerca de él, y su poncho ya estaba todo empapado. Pero de repente esa extraña sensación tomó forma, y toda esa angustia que lo había atormentado desde hacia rato se transformó en furia, en una furia irracional, en odio que no tenia razón de ser. Dio unos pasos atrás y tomó del suelo una llave, con la cual había estado trabajando y sin mediar provocación y movido de odio le asestó con toda su fuerza un golpe a aquel hombre, que no había echo otra cosa mas que saludarlo.
El hombre cayó de espaldas semi inconsciente, con una herida que le había abierto parte de la cabeza, por donde rápidamente empezó a fluir un rojo hilo de sangre. Intento ponerse de pie, mientras Gonzalo lo miraba con los ojos desorbitados llenos de furia, como poseído por mil demonios, el hombre se puso de pie y rengueando dio pasos lentos y descoordinados tratando de huir hacia su casa. Pero fue en vano, Gonzalo camino tras él, y con su mano derecha en alto sosteniendo la llave, le propinó otro golpe mucho más fuerte que el anterior, este provocó que el hombre cayera tumbado al barro. No contento con esto Gonzalo se abalanzó sobre el cuerpo de este, y con una furia digna de un asesino comenzó a golpearlo en la cabeza, con tanta fuerza que luego de un rato esta se encontraba destrozada producto de la violencia de los golpes. La sangre se había mezclado con el barro. Miró hacia la casa, movido por una fuerza demoníaca camino hacia ella, sus pasos eran acallados por la lluvia que era la única testigo de tan atroz demencia. Al llegar a la casa vio que un hacha estaba apoyada al entrada, la tomó, abrió la puerta con violencia, en la humilde morada vio a una joven mujer con un niño en brazos. Esta lo miró asustada pero antes que dijera nada Gonzalo alzó el hacha por encima de la cabeza, fue tal la fuerza del golpe que la cabeza se abrió como una sandia en verano, y la sangre saltó en todas direcciones, la pobre mujer cayó al piso muerta en forma instantánea pero sin soltar al niño que tenia en brazos, este tendría mas menos unos dos años, lloraba asustado, sin saber que pasaba, victima de su inocencia. Pero también fue victima de la posesión diabólica que hacia presa de Gonzalo, quien sin pensarlo siquiera le abrió su frágil cabeza de otro hachazo. Gonzalo estaba como si nada como si lo que había hecho carecía de cualquier maldad. Salió de la casa dejó el hacha donde la había dejado. Volvió tras sus pasos, y se dirigió a su jeep, al pasar por donde estaba el cuerpo inerte del hombre lo miro sin sentir nada. Se subió al jeep, y continuo su viaje como si nada hubiese pasado. Seguía lloviendo en forma torrencial. Luego de un rato los rayos comenzaron nuevamente a caer por todos lados, como si fueran otra lluvia mas.
El asunto fue que los rayos de repente dejaron de caer, y apenas lo hicieron Gonzalo se dio cuenta de lo que había hecho, detuvo el jeep, y no cabía en si, era como si todo el rato había estado bajo un hechizo maligno pero al terminar los rayos este había terminado, sintió terror, miró sus manos, aun tenían sangre, se limpió, y un llanto espantoso de rabia y temor surgió de lo mas hondo de su ser. Que había hecho, por que lo había hecho, pensaba. No entendía, entró en una especie de crisis nerviosa. Continuó conduciendo, como un zombi, no pensaba, solo actuaba, preso del temor y la angustia, del desconcierto, no entendía nada, que le había pasado, por lo que los había matado si no le habían hecho nada, y aunque fuera así, era incapaz de hacer algo de esa envergadura. Perdió la noción del tiempo, no sabia que hora era, el hecho es que de repente se vio frente a una comisaría, la lluvia sin que el se percatara ya había parado, sentía frío estaba todo mojado, motivado quizá por su conciencia o bien su subconsciente que era lo que lo manejaba en ese momento bajó del jeep, caminando como un espectro, entró a la comisaría. Había dos policías que lo miraron sorprendidos, antes que ellos dijeran nada Gonzalo cayó al piso de rodillas y comenzó a llorar como un niño, uno de los policías se acercó y le preguntó que le pasaba.
-los maté, los maté a todos.- dijo balbuceando Gonzalo.
El policía lo miró sorprendido, mientras el otro se acercó también, -los mate. ¿A quien mataste, de que hablas, muchacho?.- preguntó el policía.
Gonzalo con los ojos llenos de lagrimas, les relato lo que había pasado, los policías lo miraron sin dar crédito a lo escuchaban, cada detalle era oído por atentamente por estos.
Luego de escuchar todo los policías lo esposaron lo subieron a una patrulla. Lo cierto es que para los policías la historia era media extraña, por ese motivo le pidieron al joven que los llevara a donde supuestamente habían pasado los hechos.
Al llegar al lugar de los hechos lo bajaron del auto, Gonzalo descendió, ahora conciente de lo que había hecho y ya no preso de la furia que lo llevo a actuar de la menara que lo había hecho tenia temor a ver su masacre. Tenía temor a ver los cuerpos mutilados sobre todo el del niño.
Lo cierto fue que la policía no encontró nada, la casa a la que Gonzalo hacia alusión estaba desabitada hacia varios años, y no encontraron nada de lo que Gonzalo les había relatado, no había ningún cuerpo, ni sangre, ni hacha, nada, todo se había esfumado en la noche. Gonzalo no lo podía creer y el temor hizo presa de el. La policía molesta por la broma del chico, le dijo que no estaban para bromas de muchachitos citadinos. Unos de los policías que no estaba tan enojado le comentó que efectivamente en esa casa, quince años atrás habían muerto todos lo moradores asesinados, dos de ellos por una hacha, nunca se supo quien fue el asesino. En este momento todo se hizo claro para Gonzalo, y recordó algo que estaba guardado en su memoria, se vio a él, despertando llorando de una pesadilla, justo quince años atrás, se sintió protegido en los brazos de su madre, sollozando y gimoteando, era solo un niño de cinco años. –Mamá, mamá, soñé, que un hombre entraba a una casa, primero mató a un hombre con un fierro, y después a una señora y un niño con una hacha y llovía mucho mami.- Y recordó a su madre que le decía , ..-no te preocupes mi niño, fue solo un sueño.
RODRIGO ALDUNCE PINTO
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