No te caigas, no te resbales. Sigue con paso rápido; es más, acelera antes de que te alcance. Huye como un venadillo cualquiera, que sabes lo que te pasará cuando caigas en mis manos.
Tienes el tiempo en tus manos, eres el poseedor de lo que se cree extinto. Ves como Asterión desde su casa de muchas paredes, todo confuso que sin embargo se aclara. Escondes demasiado para dejarte vivo, sigue corriendo.
Corre, corre. Haz como si pudieras escapar. Haz como si fuera esta una carrera sin ganador. Corre todo lo que quieras, yo estoy a tu lado...
¿No vas a correr más? ¿Te has cansado ya? Está bien, no sigas. Hagamos esto lo más rápido posible. Te abrazaré y el mundo no perdonará la infidelidad. No perdonará el beso absurdo que te hará cerrar los ojos y abrir el alma: sentirte diferente es lo primero, sentirte otro es lo segundo.
Luego eres yo. Soy tú. Ya no eres un ser aparte, derretiste tu corazón y eso buscaba. Engañando a mi verdadera alma-doble, te abrazo en búsqueda de mi misma extenuada vida.
Dulcemente, me abrazas. Me encierras en un cubículo de engaños y mentiras y lo agradezco. Prefiero morir contigo que con él...