El día que lo iban a matar, Santiago Nasar  
se levantó a las 5,30 de la mañana... 
 
Crónica de una muerte anunciada – Gabriel García Márquez 
 
Santiago Nasar no sabe 
que los gemelos Vicario 
lo matarán, aunque a nadie 
le entre en su imaginario. 
Y camina por la plaza 
despreocupado y del brazo 
de Cristo Bedoya y pasa 
frente a ellos, Pedro y Pablo. 
Por los dichos de su hermana, 
Ángela, los hermanos, 
buscan con muerte venganza 
de cuchillos afilados. 
Sostienen que fue Santiago 
el que deshonró a la hermosa 
Ángela, de Don Bayardo 
San Román hecha su esposa. 
¡Qué frustrada resultó 
aquella noche de bodas!. 
La novia a casa volvió 
al cabo de algunas horas. 
Pura Vicario pronuncia 
que esta afrenta se borra 
sólo si su hija denuncia 
al autor de su deshonra. 
Y ahí surge sin pensarlo 
el chivo que expiará 
culpa ajena que Santiago 
sin culpa habrá de pagar. 
Clotilde Armenta no sabe 
con qué argumento evitar 
que los cuchillos se claven 
sobre el inerme Nasar. 
Les ordenará el alcalde 
a los gemelos que vayan 
a dormir y que se calmen, 
y los cuchillos les saca. 
Tranquilo se queda Aponte, 
siente su misión cumplida, 
pero el honor de esos hombres 
quería cobrarse una vida. 
Volvieron poco después, 
afilaron los cuchillos 
nuevamente y, esta vez, 
no se quedaron dormidos. 
Y el pueblo todo ya sabe, 
y el que no sabe presiente, 
que pronto está el desenlace 
que a Nasar le dará muerte. 
Santiago desde su casa 
va a la de su prometida 
Flora Miguel que sus cartas 
de amor le devuelve herida. 
-¡Y ojalá que te maten!- 
le dice y se aleja de él. 
Nasar no entiende el dislate, 
y habla con Nahir, Miguel. 
Se entera así que en la plaza, 
por honor, los dos hermanos 
de Ángela están a su caza 
y piensan ajusticiarlo. 
Y saldrá a buscar refugio, 
hacia su hogar, más la puerta 
salvadora, juego sucio 
del destino, no está abierta 
como es costumbre, y allí, 
fortuito sacrificadero, 
llega su vida a su fin, 
muerto como en matadero. 
Y con las tripas al aire 
su mirada irá a encontrar 
esas miradas cobardes 
que lo dejaron matar. 
Se dice que al que madruga 
lo ayuda DIOS, mas se advierte 
que a Santiago la fortuna 
le fue infiel hasta la muerte. 
 
Daniel  Adrián  Madeiro 
 
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