Te imagino al frente, así es como te veo. Luces pálido, no te había visto en días anteriores, creo que es el frío.
Me miras con ojos recelosos. Acércate, que no te haré daño - te digo.
Me sonríes, ¿Qué pasa?, le pregunto. Nada, sólo luces cansada hoy, no esperaba que pudieras estar a mi lado- me responde.
Suspiré profundo, lo observé nítidamente, y despegó una lágrima, no quería que acabara la imagen tan rápidamente.
Sonrió nuevamente, lo único, al parecer, que sabía hacer en ese momento, era sonreír.
Intenté, adivinar lo que pensaba, pero el olor a lavanda me nublaba, aunque creo que logré adivinarlo tras el brillo de su constante movimiento de brazos. Abrí los ojos y noté que me miraba; uno de esos momentos en que no sabes si respirar o ahogarte me invadió. Tomé como solución mirar al perro que meneaba la cola debajo. Sonreí tímidamente, te iba a besar y desapareciste.
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