Esta mañana preguntó mi nombre.
Y le dije que buscara las letras, en la estantería del frente.
Buscó la s del silencio,
la v de vagabundo,
el aullido de una r
y preguntó mi nombre.
Predijo las vocales
y extendió las consonantes,
un beso en la mejilla al despedirse
con la promesa de regresar
y darme su amor,
sin nombrarme.