Ayer me desperté tan lejos de donde hoy me encuentro que mi memoria no consigue recordar como llegue aquí.
Los días últimamente pasan sin encontrar ni una sombra de ti, me pierdo en las noches frías de la ciudad, calentando mis entrañas con el licor que me hace desaparecer, que hacen sepultar por momentos los recuerdos que me unen todavía a tu presencia.
Me rasco la cabeza, cojo mi pantalón y saco el paquete de tabaco, me enciendo un cigarro y la resaca me hace sentir mal, pero no tanto como el momento en que te busco al otro lado de la cama y no te encuentro. No recuerdo el tiempo que hace que al despertar ya no estas a mi lado.
Me levanto de la cama tambaleándome y me noto las manos temblorosas, hace unos meses que si no bebo algo las manos no dejan de vibrar, pero bueno cuando el alcohol entra dentro de mi, los temblores desaparecen, tu rostro desaparece de mi mente, tu olor se aleja de mi como lo hizo el día que te marchaste.
Me miro fijamente al espejo del baño y puedo ver a una persona que no reconozco, a alguien que esta destruido, a una sombra que se aleja de la luz, de la vida que fue y nunca volverá a ser.
Bebo un poco más y empiezo a desaparecer, intento llamar por teléfono pero descubro que tengo la línea cortada, intento bajar a la calle pero mis pies ya no responden.
Así que decido abrir la última botella que tengo escondida en un armario para que mis pies obtengan la fuerza suficiente para bajar a la calle y encontrar el próximo lugar, encontrar el nuevo amanecer, ¿Dónde apareceré mañana?,
Lejos de ti, seguro.