Te vi como hermano
I.
Comenzamos un día
en una correteada
a bicicletas.
Era agradable el viento
Era agradable tu timidez.
Tuve que acercarme
y darte una sonrisa
Me la devolviste
con una simple huida
por tus nervios de niño.
De ahí pasaron cumpleaños
tuyos y míos
a los que comimos
los pasteles de ambos.
Nos regalábamos obsequios
y creo que por el mismo
cariño que nos dábamos
al protegernos ambos
de nuestros delirios
de niños.
Crecimos, comenzamos ver
nuestros cuerpos cambiar.
Pero con eso los sueños
no dejaron de desaparecer
si no aumentar
y nos contábamos
esos sueños, como
cuentos para dormirnos
juntos a la espera del alba.
Jugábamos de mano
para quizás así acariciarnos
y disimular...
Con el pretexto de
-“estamos jugando”.
Te llegue abrazar
cuando sentías miedo
o estabas dolido.
Como el carrito rojo
que tu padre rompió
sobre ti, que luego
cure la herida roja
que tenias a culpa de él.
Te pase mi mano
para que el dolor
no fuera intenso.
Intenso fue
el dolor que sentiste
el cariño que sentí
el llanto que tuviste
el perdón que te di
el abrazo que nos dimos.
Luego de la roja herida
que te dieron,
que me distes,
que te di,
que nos dimos
creo que solo yo
me confundí.
No tengo el tiempo
exacto cuando
la confusión vino
a mi y a ti.
II.
La confusión
A mi vino
desde el detalle
que los celos
de hermano nublaron
mi sentidos.
Dejando aparte
lo de la neblina en mi sentidos.
Quise verte como
mi hermano.
Aparte la confusión
pero te comencé
a quererte más.
Ya lo nublado por
mis sentidos
no era nada.
De los celos a quererte
no quería que pasara.
Necesidad
de quererte y tenerte
no quería que pasara.
Empezó a dolerme la cabeza
porque no quería y no podía
verte distinto
de cómo hermano.
III.
No quería
verte distinto
porque no podía.
Pero pidiéndome
disculpa abrí
lo que sentía.
Los juegos de mano
habían cesado
en la serie mundial
de ese año.
Comencé y comenzaste
a jugar mas con las
palabras, dibujando
la creación del paraíso
de ambos.
Nos convertimos en sacerdotes
y pecadores.
Tomando los papeles
en ocasiones a la inversa.
Nos escuchábamos
y nos hacíamos,
perdonar como
confesar los pecados
de nuestras vírgenes
almas.
Los desvelos e intrigas
tocaron nuestros
oídos, recurriendo así
escuchar un poco
de realidad.
IV.
Realidad, que era
parte del crecer
estábamos dejando
ser niños.
Esa realidad entre
ambos nunca la
convertimos REAL.
Nunca se hablo, pero
si se observo.
Sin planearlo,
sin deseo de ninguna
parte comenzó...
En el cóncavo secreto
que guardaba nuestra
almas. Solo se hablaban
en miradas prohibidas
pero cautivas al silencio
y solo suspenso
que nos detenía
en el reflejo
del tierno secreto
que guardo aquel
primer beso,
primer te quiero,
primer te deseo.
V.
Deseo que me
llevo a la condena,
que me llevo la
corrupta lagrima
que broto de tus
ojos por mi.
Queriendo beber
de esa lagrima
el perdón que nunca
recibí.
Sin sentido,
no merecido soy
de tu condena
del temblor de
tus nociones a
la entrega de lo
REAL que sentimos.
No fue tu culpa,
No fue la mía.
¡Dejemos las culpas!
Te dejo una sola
Disculpa.
Te vi como hermano
y te perdí.
En el silencio;
de aquel día
de tu sentir
de yo pedir.
Nos sentimos,
nos miramos
y despertamos
pero nos asustamos.
Si, me asuste
Pero no me aleje.
Aquello que paso
y no paso
no debió de continuar,
no lo detuviste,
Me heriste.
Te pedí que no tornaras,
Eso en miedo.
Sino que solamente
me dejaras tus besos.
Desperté un poco
a tiempo.
Me enterraste con
un simple
no puedo.
Te entiendo y
por eso te dije
lo siento.
Pero no puedo...
Solo te vi como hermano.
No es cierto
Nos amabamos
En el desierto.
Me amaste y Te ame;
sin el tacto,
sin vernos,
sin audio,
sin lamernos,
sin olfato.
Me viste y
Te vi como hermano.
13 – septiembre – 2005.
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