Hay quien dice que esto no es posible,
que no se puede morir de amor.
¡Que incredulidad, pensar de tal manera!
¡Cuanta tristeza creer que amar,
es algo discernible!
Morir de amor,
es aquella dulce agonía.
Sentir en lo más hondo al ser amado,
soñarle en las noches y en los días.
Morir de amor,
es saberlo en otros brazos,
es entregarse en tenues besos,
cálidos como el verso que habla
de susurros y de deseos.
Morir de amor
es sentir partido el corazón.
Y saber que somos devotos,
de aquella persona, incndicionalmente.
Morir de amor,
es no escuchar a los ruiseñores,
que a mi lado pasan desplegando sus alas
y felices van cantando
sobre las fuentes y las flores.
Ya no los escucho,
porque solo tu nombre,
resuena en mis oídos.
Morir de amor,
es no sentir el viento soplar constantemente,
en loco desvarío,
navegando sobre espumas de lamentos.
Morir de amor,
es una ola de deseos
que crece en mi pecho día a día.
Me desgarra con fuerza el alma mía.
Morir de amor,
por un suspiro, un aliento;
por una suave y rápida caricia
y así feliz dormir en la delicia,
de los momentos buscados con anhelos.
Morir de amor, ¿quién dijo que no es posible?
¡que ligereza pensa así!
¡cuanta tristeza creer,
que amar es algo discernible! |