Me creía tu autor.
Qué horrible es la verdad.
Pero por lo mismo,
hermosa.
Mundo ambigüo,
tú,
mía, ajena, mía.
Dialéctica de la pérdida interminable.

Me creía tu escultor.
Hacedor de tus gritos
tus risas y tus besos,
de tu cuello tembloroso,
gracioso.
Qué horrible es la verdad.
Bien pude continuar creyendo
llegando a tí a pintarte una caricia más
a modelarte una mordida más
a construirte una idea más.
Bien pudiste seguir siendo obra
obra de los siglos y mía
descanso de mis ocurrencias,
en pedestal de mármol,
y guía.

¿Quién derrumba los pedestales,
con un carajo?
Lástima de verdad.
Qué horrible es la verdad.
Qué cosas las que dice
dice que yo no te hice.

Horrible pero hermosa.
Dialéctica de la pérdida interminable,
síntesis de verdad y credo.
Tú como obra inacabable,
eternamente mi obra.
Pero yo ya no creo.